Verano con Poesía
La columna de Cultura de María Macaya
Enero 23, 2022
Mariano Blatt
Expropiar la traza
de la Avenida Juan B. Justo
y desenterrar el arroyo Maldonado.
Repetir la operación
con la cuenca del arroyo Vega
y con la de todos los arroyos
privados de la luz del sol
(Medrano, Vega, White
Maldonado,
Radio Antiguo-Ugarteche,
Boca-Barracas,
Ochoa,
Elía, Erézcano,
Cildañez y Larrazabal-Escalada
son
las cuencas que componen
el régimen hidráulico sobre el cual
se asienta nuestra ciudad
según un artículo del diario
La Prensa).
Que broten
en sus lomadas
de nuevo las plantas
yuyos, yuyales
pastos y pastizales.
Que canten los niños
en concordancia
con las aves.
Que naden
los peces y que naden
las personas.
Finalmente
que el tiempo retroceda
y abandonemos la ciudad.
Vengo a proponerles
un proyecto urbanístico
de difícil concreción.
Algunos dirán que es imposible
pero lo mismo dijeron ya
tantas veces.
Y en rigor
no era imposible
simplemente era
fantasía
pura y dura
ensueño cristalino
de miles de años
atrás.
El tiempo
que antecedió a este poema
ha terminado.
A partir de ahora
todo el tiempo
le habrá venido después.
Paula Maffía
Sin luz
hace dos días
habitando mi casa
como un murciélago la suya,
empecé a desenredar,
involuntariamente aliviada
de demandas visuales,
y guiada como en los sueños,
aquellos nuevos olores
que afloraron por todos lados
y que, en realidad, son
los más antiguos,
son el mío
y el de mi madre también:
el olor de las cosas
cuando todavía
todo era uno
y oscuro
y no necesitábamos
nada más.
Osvaldo Bassi
IGLÚ,
del libro «Agüita clara»,
Un chico solitario
y miope, riega el patio
de tierra, y escribe.
Bajo la sombra de
un árbol, saca su cuadernito
de noche, de viento
y escribe. ¿Lo que dicen
los pájaros, si es que algo
dicen? ¿Lo que pasa
en su corazón? Adentro
en la cocina, bajo las chapas
de cartón, la casa hierve.
Pero si escribe, el mundo
de inmediato se enfría.
Como si estuviera en un
iglú. Es tan hermoso.
Si escribe, el árbol, el patio,
los hermanos, las tías, la madre
misma, desaparecen.
¿Para eso escribe, entonces?
¿Para estar solo?
¿O para estar acompañado?
Si pudiera pasarse la vida así,
de palabra en palabra,
de verso en verso…
Pero no puede, nadie puede.
¡La vida es tan odiosa!
Y ahora qué hacemos, se
pregunta. Si escribo, no vivo
y si vivo… ¿Pero quién vive
de verdad? Nadie, por supuesto.
Así que abre su cuadernito
de noche, de nube, y escribe, escribe.