Verano con Poesía

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La columna de Cultura de María Macaya

Enero 23, 2022
Tomemos un descanso, una pausa, detengámonos para tomar nuevo aliento. Por un rato demos lugar a otro tipo de palabras, no las de las noticias, no las de las estadísticas, no las de las deudas ni las de las efemérides.
En esta oportunidad quiero compartir un poco de poesía de la mano de tres poetas oriundos de la provincia de Buenos Aires.
Mariano Blatt, poeta y editor nacido en 1983, Paula Maffia, cantautora argentina nacida en el mismo año y Osvaldo Bassi, nacido en 1963.

Mariano Blatt 

VENGO A PROPONERLES UN SUEÑO URBANÍSTICO,
de su libro «Un lago que sube».

 

Expropiar la traza

de la Avenida Juan B. Justo

y desenterrar el arroyo Maldonado.

Repetir la operación

con la cuenca del arroyo Vega

y con la de todos los arroyos

privados de la luz del sol

(Medrano, Vega, White

Maldonado,

Radio Antiguo-Ugarteche,

Boca-Barracas,

Ochoa,

Elía, Erézcano,

Cildañez y Larrazabal-Escalada

son

las cuencas que componen

el régimen hidráulico sobre el cual

se asienta nuestra ciudad

según un artículo del diario

La Prensa).

Que broten

en sus lomadas

de nuevo las plantas

yuyos, yuyales

pastos y pastizales.

Que canten los niños

en concordancia

con las aves.

Que naden

los peces y que naden

las personas.

Finalmente

que el tiempo retroceda

y abandonemos la ciudad.

Vengo a proponerles

un proyecto urbanístico

de difícil concreción.

Algunos dirán que es imposible

pero lo mismo dijeron ya

tantas veces.

Y en rigor

no era imposible

simplemente era

fantasía

pura y dura

ensueño cristalino

de miles de años

atrás.

El tiempo

que antecedió a este poema

ha terminado.

A partir de ahora

todo el tiempo

le habrá venido después.

Paula Maffía

De su primer libro 
VERSO

Sin luz

hace dos días

habitando mi casa

como un murciélago la suya,

empecé a desenredar,

involuntariamente aliviada

de demandas visuales,

y guiada como en los sueños,

aquellos nuevos olores

que afloraron por todos lados

y que, en realidad, son

los más antiguos,

son el mío

y el de mi madre también:

el olor de las cosas

cuando todavía

todo era uno

y oscuro

y no necesitábamos

nada más.

 

 Osvaldo Bassi

 

IGLÚ,

del libro «Agüita clara»,

 Un chico solitario

y miope, riega el patio

de tierra, y escribe.

Bajo la sombra de

un árbol, saca su cuadernito

de noche, de viento

y escribe. ¿Lo que dicen

los pájaros, si es que algo

dicen? ¿Lo que pasa

en su corazón? Adentro

en la cocina, bajo las chapas

de cartón, la casa hierve.

Pero si escribe, el mundo

de inmediato se enfría.

Como si estuviera en un

iglú. Es tan hermoso.

Si escribe, el árbol, el patio,

los hermanos, las tías, la madre

misma, desaparecen.

¿Para eso escribe, entonces?

¿Para estar solo?

¿O para estar acompañado?

Si pudiera pasarse la vida así,

de palabra en palabra,

de verso en verso…

Pero no puede, nadie puede.

¡La vida es tan odiosa!

Y ahora qué hacemos, se

pregunta. Si escribo, no vivo

y si vivo… ¿Pero quién vive

de verdad? Nadie, por supuesto.

Así que abre su cuadernito

de noche, de nube, y escribe, escribe.

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