SE ACABÓ LO QUE SE DABA –

VisiónPaís/ septiembre 23, 2025/ Sin categoría

Despilfarro de dólares (prestados) para fingir estabilidad hasta las elecciones.

Septiembre 21, 2025

Lo que estamos viviendo en estos últimos días no es un escenario nuevo sino repetido. Ya vivimos el final de los otros experimentos neoliberales que también desembocaron en crisis cambiarias, bancarias y financieras, y que terminaron impactando fuertemente en la producción nacional, el empleo y el nivel de vida de las mayorías.

El desarrollo de la escena pública es hoy el mismo que en las otras oportunidades. Empezó en 2024 con un paseo triunfal de los nuevos líderes y sus ministros de economía, que se las sabían todas, que comprendían de verdad cómo se maneja la economía, y que ¡por fin! iban a meter a la Argentina en el verdadero sendero de la prosperidad capitalista.

Luego se empiezan a demorar los resultados positivos esperados, mientras los tiburones de la economía se abalanzan sobre todas las áreas de negocios disponibles, sin ninguna preocupación por el cuadro macroeconómico general.

Más tarde empiezan a observarse dificultades en diversas áreas productivas, indicadores sociales en deterioro y el comercio exterior en rojo. Pero todo eso puede ocultarse, porque para su negación se cuenta con un formidable aparato comunicacional, la enorme simpatía del mundo de los negocios, y también con la “pobre inocencia de la gente”, citando a León Gieco.

Y finalmente se precipita la crisis en serio, imparable, objetiva, que por lo general es desatada por los actores más favorecidos de los esquemas neoliberales y los que más rápido pueden mover sus activos: los financistas, que deciden retirarse oportunamente de la plaza argentina, que ya ha sido debidamente explotada y endeudada.

Ese último tramo es tan vertiginoso que muchísimos actores (tanto pobres como ricos, tanto analfabetos como “doctores en finanzas”) son sorprendidos y terminan sin entender qué ha pasado.

De hecho, es lo que le ocurre reiteradamente a las masas argentinas, que vivieron la quiebra bancaria de 1980, la hiperinflación de 1989, el derrumbe de la convertibilidad en 2001-2002 o el descalabro macrista de 2018, sin entender nada de lo que había pasado. La explicación general se la suministra la propia derecha autora serial de los descalabros económicos: “Es que es un país de mierda”.

 

Del principio de revelación, a principio de centrifugación

La velocidad del proceso político-económico argentino transforma en obsoletas las grandes noticias de ayer. Cuando estábamos analizando el impacto de las coimas descubiertas sobre la cúpula gubernamental, el sorprendente resultado de las elecciones en la provincia de Buenos Aires nos suministró material cuyo análisis detallado requeriría semanas. No las tuvimos porque la parálisis gubernamental llevó a nuevas interpretaciones sobre la forma en que se resolvería la crisis, y dio origen a diversos rumores, provenientes de la cúpula de poder en la sociedad, sobre eventuales escenarios de recambio parcial o total del gobierno. Entre tanto, se sucedieron votaciones parlamentarias sorprendentemente positivas en materia de defensa de cuestiones sociales elementales. Hubo movilizaciones masivas cuyo sentido no terminamos de evaluar, porque la centrifugadora financiera se activó a máxima potencia.

En los últimos tres días de esta semana, el Banco Central vendió 1.110 millones de dólares para evitar que la cotización del dólar superara la banda cambiaria y eventualmente se disparara, con el peligro de arrastrar consigo a los precios, a cinco semanas de las cruciales elecciones de octubre.

En Estados Unidos, las influyentes compañías de servicios financieros Barclay’s, Morgan Stanley y J.P. Morgan se refirieron muy críticamente a la situación en la Argentina, desaconsejando las inversiones financieras en la plaza local.

Arrojar más de 1.000 millones de dólares a las fauces de una demanda en plena expansión equivale a despilfarrar fondos valiosísimos (prestados) para sostener una situación ficcional, cuya función es engañar al público fingiendo estabilidad antes de las elecciones. Las autoridades económicas dilapidan el futuro de (¿todos?) los argentinos vendiendo lastimosamente una enorme cantidad de dólares prestados, que vamos a tener que devolverle a la “comunidad financiera internacional” durante mucho tiempo.

En el apuro por contener la situación, el gobierno implementó un “cepo” temporario para directivos de entidades financieras y sus familiares, para evitar que compren masivamente dólares. Todos se conocen en ese ambiente.

El derrumbe económico es inocultable. La caída del mercado de valores de Buenos Aires respecto a los registros de comienzos de año completó esta semana un 37%. La acción de YPF, empresa que tiene futuro dado el tipo de actividad en la que se especializa, mostró esta semana, comparada con el comienzo del año, un nivel 45% inferior. Lo mismo le ha ocurrido a numerosas empresas privadas en casi todos los rubros, que están viendo cómo sus patrimonios en dólares se evaporan a pasmosa velocidad. Los líderes empresariales locales no han perdido oportunidad de apoyar ideológicamente modelos que los ponen al borde de la desaparición o de la absorción por grandes capitales externos.

La situación es de una explosividad inusitada: si el gobierno cumple con su promesa de vender todos los dólares que hagan falta en el segmento oficial mayorista, a 1.475 pesos, con la velocidad que empezaron a irse esta semana, amaga que el riesgo país –que ya superó los 1.400 puntos– siga subiendo, porque se evaporan los dólares para afrontar los compromisos externos. Ese nivel (1.400) ya implica un país sin crédito externo accesible. Es la reacción de los mercados financieros cuando visualizan que la Argentina no tendrá con qué cubrir los vencimientos de 8.000 millones de dólares que hay hasta el mes de enero. La sombra del default sobrevuela al gobierno de los genios de la economía.

Si, en cambio, el gobierno no defendiera el valor de 1.475 para preservar las reservas, inmediatamente surgiría un dólar mucho más alto, que sería transformado en el valor “verdadero” de referencia para la fijación de precios por parte de las empresas productivas y para el campo. El impacto inflacionario sería ostensible y se derrumbaría el único “mérito” de haber bajado la inflación.

Hablando de reservas, el gobierno computa 22.000 millones de dólares para afrontar la actual corrida, pero en el mercado estiman que no hay más de 6.000 disponibles. Por las dudas, Milei viaja a Estados Unidos para obtener más fondos para seguir quemando en la hoguera especulativa.

Los depósitos en pesos en el sistema bancario ascienden aproximadamente al equivalente a 30.000 millones de dólares. Es mejor para la salud del sistema bancario y del gobierno que los ahorristas no se contagien de la fiebre compradora, porque no habría con qué satisfacerla.

Caputo ha dicho que “hay dólares para todos”, pero los todos, como estamos viendo, son muchos. No están solamente los acreedores externos en la cola, o la demanda interna por múltiples razones. A las firmas multinacionales que operan en la Argentina el gobierno les prometió que desde el 1º de enero podrán dolarizar sus ganancias en el país y enviarlas al exterior. Se estima un monto aproximado a los 8.000 millones de dólares que pretenderán comprar las firmas extranjeras.

Se derrumba por su propio peso esta tontería instalada por la derecha económica de que la administración racional de divisas (a la que llaman “cepo”) equivale a un antojo arbitrario para restringir la libertad económica.

Fuente El Cohete a la Luna
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