REARMADO DE LA RESISTENCIA SINDICAL: CONDUCCIÓN, ORGANIZACIÓN Y EJES PROGRAMÁTICOS

VisiónPaís/ junio 29, 2025/ Sin categoría

Por Gustavo Ramírez

Junio 24, 2025

Hace tiempo que las circunstancias no le quedan cómodas a la conducción de la Confederación General del Trabajo. Los actuales triunviros cuentan las horas para dejar sus cargos y eso genera un estadio de pasividad que tensiona las relaciones internas. En octubre habrá elecciones y algunos sectores sindicales recurren al conservadurismo para tener sobrevida y vuelven a apostar a una conducción compartida. No obstante, por otro lado, existen actores que demandan una renovación de autoridades centradas en un Secretario General que lleve adelante un cambio de forma y de contenido.

La pasividad del Triunvirato en los últimos meses lacera la institucionalidad de la CGT. Esta situación se agudizó luego de que Héctor Daer hiciera pública su decisión de dar un paso al costado. A un grupo de dirigentes esto le sirvió para alimentar la idea de un proceso de transición, pero lo que se gestó fue inacción alarmante que queda sintetizada en la emisión de comunicados endebles que no hacen al valor sustantivo que la Central debe adquirir en estos momentos.

Aun sin unidad real, el tiempo del Triunvirato parece agotado como manera de conducción. El problema de conformar un armado único está en la falta de liderazgo que parece atormentar a todo el Movimiento Popular. La carencia de formación de cuadros se torna en una seria dificultad para construir el trasvasamiento generacional. No quiere decir que estos no existan, pero aun no ocupan espacios de relevancia dentro de las propias estructuras sindicales.

Hace tiempo que la CGT quedó atascada en un laberinto de contradicciones internas y no puede desprenderse de ese lastre que impide avanzar más allá de las reivindicaciones. Los conflictos sectoriales no han sacudido la estructura interna y el debate ha quedado supeditado a la demanda reivindicativa coyuntural. Al mismo tiempo, la organización se muestra incapaz de defenderse de los ataques que arrecian por derecha y por izquierda, y la pasividad alimenta las campañas de propaganda funcionales al régimen.

La última medida de fuerza motivó a sacar los pies del acelerador. Una dirigencia desgastada quemó demasiado rápido su capital político y no pareció resuelta a contrarrestar la ingerencia de la infamia con la fuerza que el presente demanda. Si bien las reuniones de Consejo Directivo y de Mesa Chica no presentan un clima de voces enconadas, las tensiones se evidencian en determinadas exposiciones. No hay fuego cruzado, pero sí se exponen las posiciones internas con absoluta claridad. Como sea, lo que una gran parte del Movimiento Obrero demanda es acción y que la CGT no se convierta en un museo sindical. Que no lo hagan a los gritos no quiere decir que el presente transcurra en un marco de paz.

¿La aceleración de Milei sorprendió a una parte de la dirigencia sindical acostumbrada a otros ritmos de confrontación? No todo se puede dirimir en la calle o con una huelga. Sin embargo, frente a un escenario tan violento como el que promueve el gobierno libertario, no se puede transitar el período con parsimonia. Si el fin de mandato de liderazgo de Hugo Moyano marcó la culminación de un ciclo y de una manera de comprender al sindicalismo, la actual etapa reconfigura el mapa sindical con una parte de la dirigencia replegada sobre sus propios espacios. Pero claro, tampoco existe una conducción política que pueda marcar el camino. Una CGT sin programa y sin doctrina languidece y desnaturaliza.

Durante una gran parte de este período se gastó mucha energía en construir una unidad que careció de ejes programáticos concretos y que se confundió con articulación. La ausencia de síntesis pareció vaciar de contenido la discusión sindical. Por ende, cada una de las acciones que se llevaron adelante, por más potencia que experimentaran, se diluyeron. Esto terminó dejando en evidencia la falta de vigor de un Triunvirato que se empalideció ante la arremetida liberal y no fue capaz de pensar el presente con sus propias categorías. La salida intempestiva de Pablo Moyano reforzó el cansancio de una estructura sin respuestas actualizadas para conformar no ya un programa nacional, sino al menos un plan de lucha a largo plazo.

La CGT se contaminó con el republicanismo socialdemócrata que experimentó el campo popular en los últimos años. Su relación con la realidad, como ocurrió con la dirigencia política, quedó desfasada. El desequilibrio es tan ostentoso que la fuerza solo tracciona enunciados líquidos que se pierden en comunicados efímeros. La potencialidad que la conducción esboza queda impregnada de desconfianza y se agolpa en una vocación de servicio que se aleja de las demandas reales de la clase trabajadora.

Pero la conducción de la CGT no es todo el Movimiento Obrero, como tampoco es la expresión de toda la Central. Eso quedó en claro durante la última reunión de mesa chica que se celebró en la noche del último lunes. Si bien no existieron discusiones acaloradas, existieron embates por elevación que denotaron el punto de inflexión al que comienzan a llegar las posiciones encontradas. Sin embargo, el sector que hoy expresa a lo que todavía queda del Triunvirato logró consenso para que uno de sus representantes integre la mesa del Pacto de Mayo, convocada por el gobierno para este martes.

La imagen es inquietante. Gerardo Martínez, demasiado solo, rodeado de buitres libertarios ávidos de comerse la piel del sindicalismo a través de reformas estructurales que desintegren la constitución social de las organizaciones sindicales. ¿Por qué no ir? Podría preguntar un actor social. A lo que se le puede retrucar que, con las evidencias históricas en la mano, ¿para qué ir?

Como agente de la colonia, Milei viene por el Modelo Sindical. Es otra manera de llevarse por delante al peronismo. Sobre todo, porque a pesar de las tensiones internas y la pasividad que algunos cuadros sindicales asumen en este momento, el sindicalismo argentino está vigente. De lo contrario, no sería atacado, una vez más, por derecha y por izquierda.

El hecho novedoso de las últimas horas estuvo marcado por lo que ocurrió en la sede de la Confederación Argentina de Trabajadores del Transporte: allí, en rueda de prensa, el Frente de Lucha por la Soberanía, el Trabajo Digno y los Salarios Justos no solamente expuso el inicio de su plan de lucha, sino que dotó al mismo de contenido nacional a través de la defensa del concepto de soberanía. A partir de ello, se puede inferir que la primer vertebración se establece a partir de ejes programáticos comunes a los distintos sectores que lo integran; por lo tanto, el vínculo que antecede a la conformación de la unidad es de concepción. Hay un hilo conductor y eso, en este escenario, es un síntoma de fortaleza.

La memoria histórica rescata del ostracismo el accionar de la CATT, que refrenda el pasado no desde un abordaje nostálgico, sino ético. Eso se debe a que su conducción comprendió que el tiempo es superior al espacio y la unidad al conflicto. De ahí, entonces, la necesidad de consolidar y amalgamar los matices y darle centralidad a la vertebración programática. A lo largo de su historia, esta Confederación supo sustentar su estructura en base a objetivos concretos y claros. Esto no quiere decir que esté libre de tensiones. Solamente significa que, desde ese abordaje, los objetivos aparecen más nítidos, claros, concretos. De hecho, es necesario resaltar que la CATT también es parte de la CGT.

En tal sentido, la disputa actual incluye la preservación de la identidad nacional en relación a los principios éticos que han regido históricamente a la acción sindical. La revalorización de la soberanía no como mero estandarte del sentido chauvinista, sino como principio rector de la vida argentina, pondera la perseverancia de un sector sindical que logra apartarse de las intrigas y el internismo y poner en valor el sentido de la Patria. Lo cual, al mismo tiempo, implica el rescate de la doctrina justicialista como fundamento ético de la práctica democrática.

La articulación programática define la acción de este Frente y será determinante en su propio devenir, sobre todo cuando persiste la idea de no ocupar espacios de decisiones y definiciones integrales políticas por parte de la conducción de la CGT. Por lo tanto, se comienza a delinear un esquema de integración que supera la base de la disputa electoral y abre el juego a una discusión de fondo, hoy ausente de todo debate nacional. Si esto se profundiza, un sector estratégico del Movimiento Obrero ganará protagonismo y podrá asumir la conducción estratégica del proceso de resistencia en un futuro no muy lejano. Claro que eso depende de la voluntad de los actores involucrados y del compromiso que asuman de manera consciente y responsable.

El trabajo de la conducción de la CATT, que encabeza Juan Carlos Schmid, no está del todo dimensionado. Se comprendió que la avanzada libertaria no se reduce a modificar las condiciones laborales o salariales. Estas son consecuencias de un programa que subordina a la Argentina al estatuto del coloniaje y supone el retroceso de las fuerzas productivas ante la ofensiva del capital financiero especulativo. Por otro lado, la lectura coyuntural obliga a comprender que no es un momento de repliegue. La resistencia no se puede dar en la instancia defensiva. Por lo tanto, tomar la iniciativa de la organización bajo un paraguas de ejes programáticos impone la superación de discusiones secundarias.

Cabe destacar que el sector del transporte está atravesado por la apropiación del concepto de Soberanía en un sentido mucho más amplio y estratégico del que comúnmente se aborda. Eso habla, al mismo tiempo, del sistema productivo y de cadena de comercialización. Lo cual pone en evidencia la preponderancia estratégica de dicho ámbito y de la fuerza que adquieren sus organizaciones sindicales.

Son momentos complejos. La realidad está en permanente evaluación. No obstante, la quietud de ciertos espacios se descompensa con la iniciativa que toman distintos actores sindicales con conciencia y sensibilidad social. Obviamente, son tiempos de cambio. La incertidumbre y la confusión parecen ser el factor común que aúna criterios en aquellos que transcurren en la sobrevida. Sin embargo, más allá de la perspectiva cristalizada, está vigente la concepción trascendente de que la organización vence al tiempo.

Fuente AGNPrensa

 

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