¿Por qué no hacen caso? Normas, creencias y política en contexto de…

VisiónPaís/ enero 12, 2021/ Sin categoría

…pandemia.

Por Pablo Semán* y Ariel Wilkis**

Enero, 2021

Pandemia y política se han imbricado de forma inescindible. El evento sanitario que sorprendió
a todos y especialmente a los líderes de casi todo el mundo, también los desborda. Porque si la
epidemia era inesperada ahora también es inesperadamente larga para casi cualquiera de los
cálculos que se esbozaron.

En ese contexto, en que todas las respuestas son insuficientes, el gobierno argentino encaró

una política de prevención temprana que -al mismo tiempo que fue masivamente apoyada-
se reveló insostenible en el tiempo y en la especificidad latinoamericana de la misma

caracterizada por un modelo sociodemográfico en el que convergen metropolitanización y
pobreza y que favorece el contagio. Y por eso mismo las políticas de prevención han quedado
expuestas a las líneas de fractura que organizan el conflicto político de los últimos 15 años
entre las izquierdas pos-neoliberales y las derechas radicalizadas. Así, una de nuestras
preocupaciones más generales es cómo enmarcar el futuro de la política de prevención y
cuidado; teniendo en cuenta este contexto y un problema específico en el que es necesario
enfocarse: en el proceso de la pandemia, la relación de la sociedad con la política (y con el
gobierno) se anuda alrededor de las tensiones generadas por la expectativa de que la sociedad
siga una normativa estatal (“la cuarentena”) y las posibilidades y voluntad de la sociedad y
sus fragmentos para cumplir esta norma. A medida que transcurre el tiempo se acentúa un
conflictoacercadela aplicacióndelasmedidas sanitarias ydelos sacrificiosqueellas implican.
Las interpretaciones de las reglas bajo las cuales es posible evitar los contagios y su efectivo
cumplimiento por parte de la sociedad alimentaron ese conflicto que vincula la política con la
ciudadanía a través de las normas.
La dinámica de la epidemia tiene una dimensión sociológica que implica ensanchar la mirada
para entender que las pretensiones normativas del estado, incluso las epidemiológicas,
se dan siempre en un contexto y que de esa interacción nace un uso, la verdadera regla.
Aquí proponemos argumentos sociológicos que intentan discernir qué vectores operan en
la formación del comportamiento de los ciudadanos y determinan el uso que se hace de
la normativa estatal, en especial, las razones por la que no se sigue la norma que propone
el Estado. Por eso nos apoyamos en dos premisas que nos permiten interpretar el material
empírico recogido en observaciones, entrevistas y seguimientos de la prensa y las redes
sociales.

1. Los comportamientos de los agentes tienen en el Estado tan sólo una de las fuentes de
normativización y no necesariamente la más determinante. Por lo tanto, hay que tomar
en cuenta el peso de las creencias concurrentes a las que promueve el Estado y que
pesan a la hora de interpretar acciones que entre otras características tienen el rasgo
de no seguir o reinterpretar una norma sanitaria del Estado. No llamamos creencias a
unos saberes de segunda categoría sino que entendemos que las creencias son el
resultado de cualquier comunicación más o menos eficaz. En ese sentido, el Estado
forma creencias pero existen fuentes y circuitos alternativos al Estado. Hasta cierto
punto la pregunta debería ser la inversa, para hacer ver no sólo lo que realmente sucede
sino también nuestro preconcepto: ¿por qué harían todos lo que propone el estado, sin
más?

2. Por eso mismo las personas no se comportan como “idiotas sanitarios”, incluso aquellas
que nos parecen que lo son cuando toman riesgos o desafían de manera extrema las
normas sanitarias. Las personas no sólo están rechazando una regla. Están haciendo
algo más: están usando estas normas para darle sentido a su contexto, expresando
adhesiones a un orden simbólico, construyendo “micro-comunidad” o comunicando
sus posiciones políticas. Por lo tanto, hay que tomar muy en serio todo lo que subyace al
uso “epidemiológicamente incorrecto” de la norma de cuarentena.

Las razones oficiales y los usos sociales de la cuarentena no necesariamente coinciden. Esto,
que parece minar las capacidades estatales, no puede ser interpretado como el negacionismo
de los individuos sino como el funcionamiento sociopolítico de las normas. La categoría de
negacionismo como categoría de análisis de la política pública corre el riesgo de volver al
estado más ciego de lo que aparece al inicio de la ronda, con el riesgo de tornar su acción
más torpe y menos legítima. Si por un lado lleva a ignorar la lógica con que actúa la sociedad,
por otro se distancia de ella. Bajo este efecto puede aglutinar lo que no necesariamente está unido -como aquellos que usan fragmentaria, contradictoria o intermitentemente la norma-
y quienes activa y globalmente la rechazan. En definitiva: el realismo sociológico es un muy buen principio de la acción política.

Ver el informe completo AQUÍ

* Investigador CONICET    ** Decano de IDAES/UNSAM-
Fuente Unsam Oficial
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