MÍSTICA Y POLÍTICA PARA PONERSE LA PATRIA AL HOMBRO-DOSSIER…
…DEL ENCUENTRO NACIONAL 2022 – Parte 6 –
Abril 17, 2023
EL HECHO BENDITO DEL PAÍS TRABAJADOR
Daniel Santoro
Intelectual y artista plástico
Para preparar esta intervención muchos temas me vinieron a la cabeza. “Me
hirve la cabeza”, como decía Palmiro Caballasca y Jacinta Pichimahuida.
Precisamente en esa época era yo monaguillo en la Iglesia de Constitución
Corazón de María, dónde estaba un cura que se llamaba Daniel de la Sierra,
bastante castigado por la congregación de los Claretianos porque tenía sus
ideas de izquierda. En la institución eran muy conservadores y entonces no
sabían qué hacer con él. Era un cura muy joven y emprendedor como ninguno,
muy activo, seguramente algún presente lo conocerá. Hoy en día la calle que da
a la Iglesia en la Villa 21 se llama Daniel de la Sierra.
Hay agrupaciones que lo están proponiendo para santo, por lo menos para la
beatificación. La verdad es que ese hombre fue el que me encarriló la vida para
otro lado. Yo era un pibe de barrio ahí de Constitución: jugábamos a la pelota
en el patio de la Iglesia, iba un poco a la Acción Católica y era monaguillo.
Cuando vino él inmediatamente organizó un grupito para ir a trabajar a las
villas, que todavía era muy incipiente, era apenas un barrial con algunas casillas
y nada más. Eso empezaba a crecer geométricamente y bueno, ahí empezó él
con la idea de la autoconstrucción de viviendas, junto a Vernazza y algunos
curas más, pero él sobre todo encaró esa tarea.
Él tenía solamente una bicicleta e iba con esa bicicleta desde la mañana muy
temprano, pasaba por mi casa y mi mamá le tenía un jugo exprimido que era lo
que desayunaba y seguía el viaje e iba pidiendo a la gente. Daniel pedía muy
estratégicamente, iba a la casa de Gómez Morales, no lo hacía con cualquiera.
Él era muy parecido a Serrat, buen mozo, cantaba como Serrat y era
encantador. Por eso Gómez Morales todos los meses venía con su auto, una
limusina negra enorme y dejaba un cheque de cómo 10 mil dólares. Con ese
itinerario es como consiguió la plata para hacer la primera autoconstrucción
que fue en el barrio Itatí en Lomas de Zamora que actualmente es un barrio ya
muy próspero. Unas casitas divinas que empezó a hacer porque casi todos los
de la villa eran paraguayos y gente ligada a la construcción, entonces todos se
acordaron con la idea de hacer las casas. Nadie sabía de quién era la casa que
se estaba haciendo y después se sorteaban. Cada uno tenía su vivienda.
Entonces todas las viviendas estaban hechas perfectamente. Creo que fueron
las 150 primeras y yo participaba ahí porque estaba terminando de estudiar
maestro mayor de obra y me interesaba también el tema y estábamos con la
agrimensura, pero al mismo tiempo empecé a tener esa cosa con la pintura
siempre, el dibujo y me acuerdo de esto porque hace un par de días estaba
revolviendo papeles, organizando un poco y me encontré con unas xilografías,
que son grabados hechos con tacos de madera, que me sorprendieron porque
las tenía casi olvidadas.
Eran los Evangelios, unas pocas ilustraciones de los Evangelios y recordé
perfectamente la escena porque él quería hacer un Evangelio para la gente,
para las villas sobre todo, muy orientado incluso a personas semi analfabetas,
entonces tenía que tener mucha ilustración y claro por supuesto, me pidió a
mí, me impuso la tarea. Para mí era medio abrumador porque es muy laborioso
hacer la xilografía y entonces las hice con un criterio un poco mecánico de
traducir las imágenes, de ver algunas cosas que ya se habían hecho. Daniel
rechazó de plano todas las ilustraciones, en eso era muy duro. Ahí le salió su
origen gallego y me las rechazó de plano; me dijo “Vos tenés que rezar antes de
hacer esto, o sea, antes de empezar a trabajar tenés que ponerte a rezar. Antes
rezar y después trabajar, en ese orden. Acá se nota que estás desapegado” Una
crítica terrible que me inhibió totalmente y que por otro lado tenía toda la
razón: me estaba juzgando con precisión y las volví a ver y tenía razón. Estaban
hechas mecánicamente, no trascendía ningún espíritu, ninguna mística, no
comunicaba las ideas religiosas. Estaban desapegadas. Y entonces claro, se me
ocurrió, ahora que lo escucho a Rodrigo, eso de mirar, vos hablaste de mirar.
Es muy preciso el tema de la mirada y pienso, ¿por qué, ahora en estos días
después de ver eso, no hay un Evangelio real de ahora? Se han hecho a lo largo
de la historia del cristianismo tantas sagas así del tema del imaginario, que es
tan importante esa cosa de la mirada, de mirar realmente. Ahí en la calle, está
toda la vivencia del Evangelio, ahí está Cristo naciendo todos los días y todas las
familias que están y más acá en el microcentro, precisamente en el área del
microcentro ahora (porque antes uno pensaba más en los barrios, más en
Constitución, pero ahora está acá en la zona bancaria) es donde más se puede
ver el contraste y el contraste evangélico, de las imágenes de lo que hay que
mirar. ¿Cómo no se hace? Claro, no es el momento de hacerlo plásticamente, o
sea, no soy yo el que lo tiene que hacer eso, porque va a tener un
distanciamiento. Hay un problema de la subjetividad del orden de que “bueno,
yo soy alguien”, o sea un poco refiriendo al poema famoso de Ezra Pound, el
canto, 81, “depón tu vanidad”. El poema enseña que para poder hacer la obra
hay que deponer la vanidad, hay que olvidarse de que alguien es algo, de que
alguien ha hecho algo, que tiene que proteger una especie de prestigio y
entonces invoca muy bien, sabiamente, Ezra Pound; “depón tu vanidad, eres un
perro azotado en el granizo. Eres una urraca hinchada al sol cambiante, mitad
negra mitad blanca, no distingues el ala de la cola”. No sos nada, no sabes
nada, nunca hiciste nada ahí y siempre tenés ese desafío.
Estás solo ahí frente a la nada y hacés algo. Eso es el arte digamos. El desafío
del arte siempre parte de que no sos nada y tenés algo para hacer, una misión.
Y bueno, esto, ilustrar el evangelio es eso, no hay nada, no hay mirada, nadie
miró. Entonces alguien que mire, ¿quién mira hoy en día? Hay grandes
fotógrafos, o sea, el plus de un evangelio de la actualidad ahora es que lo
tienen que hacer los fotógrafos que miran en la calle, que es gente muy
sencilla, pienso en Pepe Mateos por ejemplo, un gran fotógrafo que no creo
que sea católico, pero no importa, al contrario mejor todavía que no sea
católico. La puerta de la derecha ahí en el Vaticano, la de Giacomo Manzú, gran
escultor, pese de aquellos, totalmente ateo. Bueno Juan XXIII dijo “esta es la
puerta” Y la más grande crucifixión la hizo León Ferrari, el montaje ese del
avión el F-105 con el Cristo barroco crucificado agarrado al avión, ese es el
icono más grande que se ha hecho. El cristianismo no perdió la batalla icónica
después del barroco y eso renueva y lo hace un anti católico.
Eso es apropiarse de eso y entonces grandes fotógrafos que hagan un Evangelio
ilustrado con fotografías como tiene que ser, ¿cómo no hay eso? Tiene que ser
un librito que se entregue, que vuelva a reconstruir la mirada. Que se vea la
gente ahí, que conmueva. Puede conmover muchísimo. Yo ando mucho por las
iglesias, me gusta el clima de las iglesias, a veces hago una meditación ahí.
Como cáscaras están muy lindas, pero están totalmente vacías. Tiene razón el
Papa, tienen que ser campamentos, tiendas de campaña y no piezas de museo.
Hay algunos curas que se la pasan puliendo altares todos los días para que eso
esté bárbaro, demasiado bárbaro y la calle es un horror y entonces, ¿por qué
no se hacen tiendas de campaña ahí adentro? ¿Por qué no se usa eso como un
hospital de emergencias? Entonces se mira, ¿no? O sea, un evangelio que mire
con la mirada fotográfica, porque lo único que conmueve es eso, la mirada
fotográfica, no la abstracción o las maniobras estéticas desde algún pintor
como puedo ser yo u otro cualquiera. Entonces ahí hay una distancia, hasta
incluso puede ser irónica donde “es la mirada del pintor”, ¿qué importa eso? Es
lo que se mira ahí, es eso que te pega en el ojo, y eso solamente un buen
fotógrafo lo capta porque los fotógrafos miran de una manera personal, o sea,
también son artistas como cualquier otro, pero tienen la posibilidad de
transmitir eso que está ahí. Todo el mundo se da cuenta que es eso que está
ahí, no hace falta un esteta que te explique, por eso es popular la fotografía,
puede ser lo más popular si se quiere. Yo alguna vez creo que conté el tema en
la iglesia de La Piedad que está cerca de casa y bueno estaba muerta esa
iglesia, había tres o cuatro jubilados, un cura también bastante jubilado y con
pocas ganas. Pasa mucho eso lamentablemente y todo cayéndose. No sé qué
pasó, algunos de esos milagros que a veces suceden y aparecieron unos
peruanos, una agrupación, una cofradía que estaba ahí medio constituyéndose,
la Cofradía del Señor de los Milagros porque ahí hay una imagen muy notable
del Señor de los Milagros, una imagen del siglo XVII/XVIII de esas que están
vestidas, esos Cristos vestidos, está el cuadro también y bueno el asunto es que
le pidieron al cura que los habilitará ahí.
Eran todas familias peruanas que no sé cómo llegaron ahí pero que le pidieron
un espacio en la iglesia para hacer sus devociones y demás y la Iglesia es
enorme, al estilo de una Basílica, daba frío estar ahí, un lugar lleno de ángeles,
pero era lo más desangelado. Entonces el cura los habilitó y ellos con toda la
energía, familias y demás llenaron la iglesia, o sea, de pronto uno pasaba iba a
la Misa y estaba repleto de gente con pibes jugando en los pasillos laterales y
demás, o sea, un ambiente familiar de club y claro era una maravilla. Entonces
eso convocó también a la gente del barrio porque se puso alegre la cosa,
hacían esa fiesta con flores, hacían guirnaldas de flores y trabajaban ahí mismo
en el templo, todo un clima absolutamente distinto. Esto fue hace unos
cuantos años y ahora no sé por qué hace mucho que no pasó por ahí, pero en
un momento me di cuenta y ahí está la lucha entre la institución, esa cosa que
Ezra Pound en el canto 81 lo dice también “depón tu vanidad”. La institución
que no depone su vanidad, porque la institución tiene una historia en la iglesia
y entonces los mármoles y el pulido de los altares y el silencio y todas esas
cosas que hacen que uno no deponga la vanidad, entonces la tarea real no se
cumple porque está con todas las reservas de tener que sostener una historia y
un prestigio. ¿Por qué digo esto? Porque los chicos de la cofradía se
entusiasmaron bastante. El tema fue que la Iglesia es Monumento Histórico
Nacional. En el piso de mármol pegaron unas patitas, unas calcomanías del
estilo pop, de esas que son como patitas de oso con los dedos redondos, color
rosa y era muy conmovedor porque era una patita, otra patita y un corazón
roto, abierto, roto en dos pedazos. Patita, patita, corazón roto, patita, patita,
corazón roto y llegaban al confesionario. Te depositaban en el confesionario
porque tiene la cualidad la Iglesia de tener muchas columnas y demás y no se
ven los confesionarios como se ven normalmente en cualquier iglesia, sino que
están detrás de las columnas, entonces uno entra y parece que no hay
confesionario y los chicos pensaron “la gente no se confiesa porque no ve los
confesionarios”. Entonces hicieron ese recurso, que desde la entrada te llevaba
al confesionario. Sin embargo, no les alcanzó eso: se entusiasmaron y entonces
a la salida del confesionario fue patita, patita, corazón sano. Era una maravilla,
tenían el circuito completo y bueno pueden creer que el cura dijo que tenían
que sacar eso porque iba a quejarse la Comisión de Monumentos Históricos,
podría tener algún problema de ese orden, de que no deponen su vanidad
claro y entonces la tarea no se puede cumplir. Esas contradicciones internas
que genera la presencia de un templo que encima es monumento histórico.
Bueno, hay que demolerlo simbólicamente al monumento histórico, el templo
no sirve para nada, el templo no es nada, lo que sirve es la tienda de campaña
y entonces bueno, llenar el templo de tiendas de campaña, dejar calcomanías,
carteles, todo lo que haga falta se pone, todo lo que lo embellece al templo
porque ahí se está cumpliendo algo, ahí el templo tiene sentido, sino ya vemos
lo mismo que pasa acá en la zona bancaria que hay edificios enteros vacíos, se
está gentrificando acá el microcentro y está un desarrollador inmobiliario que
tiene mucha plata y le quedó el edificio del Banco Santander vacío, enorme.
Todos los edificios corporativos del microcentro se están yendo, se van para
Vicente López y entonces empieza a ser una “zona nada” y en los templos de
acá están los curas parapetados tratando de poner a salvo el prestigio del
templo y los que empiezan a habitar acá, en vez de empleados bancarios y
demás, es gente muy pobre que empieza a meterse en todos los rincones. A la
vez, existen templos que ya no se usan, grandes pórticos como en Belén y
entonces ahí hay un desafío enorme.
Me parece que tenemos que entender eso. Daniel de la Sierra tenía
contradicciones enormes con los Claretianos, con la congregación y era muy
rechazado, pero también tenía contradicciones con los curas del Tercer Mundo.
Él no se asumía plenamente, él nunca dijo que era peronista, de hecho, no lo
era. Había venido de España ahí en ese momento, no conocía mucho el tema,
pero vivió dentro del peronismo. Ahora, tenía esas contradicciones con, entre
ellos, el cura Mugica, Carlos Mugica; contradicciones que lo llevaron a pelearse
incluso, o sea estas cosas de las que tenemos que aprender mucho. Cuando él
estaba haciendo la autoconstrucción de viviendas, ya terminando las casas
asume el gobierno del 73, asume Cámpora y para él fue una gran bendición
porque claro su único objetivo eran esas viviendas. Él era un tipo de acción en
serio y entonces él tenía que terminar las viviendas, estaba obsesionado con
eso y claro de pronto el Ministerio de Bienestar Social le entrega materiales
como nunca le había pasado. De tener que esperar los cheques y ver quién
colaboraba a que de pronto tenía todo. Me acuerdo que había venido uno de
esos camiones playos, así lleno de bañeras, de todos los artefactos de todos los
baños completos; un sueño increíble, con lo cual terminaba la vivienda
perfectamente. Bueno, eso le trajo una tensión con Mugica que justo había
renunciado en medio del conflicto del 73. Mugica le recriminó, lo llamó a la
disciplina militante, algo que Daniel de la Sierra ignoraba absolutamente, pero
diciendo que como aceptaba ese camión se había convertido en un hombre de
López Rega, que de pronto era una entrega del enemigo. Un mes antes era
donde estaba todo bien.
Todo tuvo que ver con un cambio en la perspectiva política, algo muy
dramático también. Bueno Daniel de la Sierra por supuesto que agarró el
camión, sin importar de dónde venía y bueno hubo una ruptura, una especie
de distanciamiento nunca demasiado explícita. Yo la conocía por la intimidad,
pero dura, muy dura para él, moralmente muy dura y eso lo alejó a él de toda
la acción política, de todo lo que estaba pasando: él no quería saber nada con
la política. Unos meses después viene Mugica, yo justo llegué a los cinco
minutos de que se acababa de ir Mugica, y le había mostrado una revista
Militancia donde Mugica aparecía en la cárcel del pueblo, condenado por
Ortega Peña y Duhalde en una nota terrible, que la pueden ver en internet. La
revista Militancia era de las organizaciones armadas y la nota que se hacía en
página doble central era la más esperada porque era la denuncia de quien
había traicionado. Bueno, el que había traicionado en ese momento era Mugica
porque había hecho unas declaraciones terribles en contra de Firmenich y de
toda la cúpula montonera. En ese avatar, en ese momento tenso, Mugica fue a
lo de Daniel de la Sierra, que en cierto modo era casi, no su confesor, pero
digamos tenía una relevancia para con él y se habían hecho las paces. Bueno, a
la semana lo matan a Mugica y fue muy dramático eso. A mí me pegó mucho,
me hizo reflexionar mucho sobre este tema de las ideologías, la relevancia de la
ideología por sobre la acción, la acción efectiva, la acción ideológica filtrada
donde hay cosas que se tienen que hacer y cosas que no se tienen que hacer.
Hay juicios que se hacen sobre lo que pasa, que tienen el filtro ideológico.
Bueno, lo condena mucho Francisco ese tema, esas visiones ideologizadas que
son como una especie de per saltum que uno se hace para que la realidad
tenga nada más que una perspectiva de un ladito nada más y todo lo demás lo
dejamos de lado porque mi ideología me impide verlo de frente. Yo lo estoy
diciendo siempre esto, porque son momentos estos en que tiene relevancia, no
estamos ajenos a un tema por el estilo cuando nos peleamos entre nosotros y
tenemos algunas discusiones que perdemos el rumbo de que es el peronismo
en su esencia, entonces cuando recordamos esa frase a la que yo nunca adherí,
pero que nunca tuve reflexión sobre ella y ahora tengo una mirada que me
parece ominosa la frase, cuando decimos “somos el hecho maldito del país
burgués”. Es un horror eso, un horror total desde el punto de vista del
peronismo, me disculpe John William Cooke, no estoy de acuerdo y Perón
nunca estuvo de acuerdo con esa frase, lo podemos ver en dos tomos que hay
de la correspondencia Perón-Cooke, que yo en su momento leía, donde Perón
desesperadamente trata de decirle a Cooke que no es la revolución cubana,
que no se trata de la lucha de clases, que como siempre dijo hay una sola clase
de hombres que incluye a los burgueses, a la burguesía que son trabajadores
también, claro que sí, con otros intereses, que el desafío está en armonizar
esos intereses, distintos, entre burgueses y proletarios o trabajadores o como
lo queramos llamar o todos son trabajadores. La otra es la palabra maldito,
también uno se hace el irónico y ya sabemos de qué se trata, de malditos para
ellos pero estamos usando la palabra maldito, eh? No nos olvidemos, las
palabras pesan. Si leemos, si somos católicos las palabras pesan mucho,
entonces ponemos maldito y ponemos peronismo al lado por más que sea en
joda, no es en joda. Es maldito y peronismo yo eso no lo puedo aceptar. No
maldice, nunca dice mal el peronismo. El peronismo siempre dice bien.
Entonces es bien dicho, bendito, entonces tendríamos que decir “el hecho
bendito del país trabajador”. Esa frase la aceptamos.
Y podemos decirnos al oído también, si queremos hacernos los revolucionarios,
como siempre algún Camilo Cienfuegos hay, “sí, somos el hecho maldito del
país oligárquico”, que es otra cosa. Entonces, si asumimos que el verdadero
enemigo es el país oligárquico, entonces sí, entre nosotros podemos decirnos
que somos el hecho maldito del país oligárquico, porque ese es nuestro
verdadero enemigo, la oligarquía que desde la hora cero del peronismo
siempre nos quiso eliminar y lo intentó de mil modos, desde la desaparición,
fusilamientos, bombardeos, violaciones, todo. Pero es la oligarquía, no la
burguesía. La burguesía debe ser conducida por nosotros, sino la conduce la
oligarquía, como estaría pasando ahora, entonces nosotros estamos sin
reaccionar, viendo como la oligarquía y la burguesía se juntan en contra nuestra
por nuestra incapacidad de poder erigirnos en verdaderos conductores de todo
el sistema; y entonces nosotros nos ponemos específicos y laterales y diciendo
este tipo de barbaridades, las cuales nos condenan a un fracaso.
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