La Otra Guerra

VisiónPaís/ marzo 12, 2022/ Sin categoría

Lo que se llama ‘guerra híbrida’ incluye la intención de bloquear culturas milenarias completas, en un mareo y confusión que encuentra sus raíces en medios de comunicación que propagandizan la cancelación.

Por Carlos Caramello

Marzo 10, 2022

“He visto malos que se han vuelto buenos,
jamás un bruto que se haya vuelto inteligente”

Juan Perón

Más tremenda. Más brutal. Más espantosa. Más perversa y sanguinaria que la de las balas y las bombas es esa guerra paralela que hoy se pelea en el territorio y con las armas de la Comunicación.

Y no quiero decir con esto que la muerte de cientos de personas, la destrucción casi completa de ciudades, las caravanas de familias completas huyendo de las balas, el hambre y el dolor no sean aterradoras.

Pasa que, a diferencia de la guerra de la muerte, en la que se disputan territorios y supremacías, en la que las cuestiones económicas son más importantes que los hombres, las mujeres y los niños que luchan y sufren, en esta otra guerra no se intenta matar al enemigo sino hacerlo desaparecer de la faz de la tierra.

Desaparecer taxativamente. Que su cultura, su historia, su memoria se esfumen. Que no quede el más ínfimo recuerdo de su paso por este mundo; el más mínimo vestigio de su existencia.

Y esto requiere, necesariamente, de la complicidad de todas los dispositivos de construcción de sentido. Y cuando digo todos… digo todos.

Que la Universidad de Bicocca (no se deje llevar por el nombre, cuesta 15.000 euros al año) en Milán intentara cancelar su seminario sobre el autor Fiódor Dostoievski es, sencillamente, preocupante.

Que la filmoteca de Andalucía haya decidido no proyectar SOLARIS, la obra monumental de Andrei Tarkovsky, enciende las alarmas.

Que la FIFA y la UEFA hayan suspendido a todos los clubes y selecciones rusas de cualquier competición internacional, incluido el mundial de Qatar, pasa de castaño oscuro.

Que medidas similares se hayan tomado en el automovilismo internacional y en el basketball, lo oscurece un poco más.

Que las principales cadenas europeas y estadounidenses prohíban, en sus pantallas, la emisión de los programas de Sputnik y Rusia Today ya linda con el dislate.

Que tengan la misma actitud las redes Tik-Tok, MetaVerso (antes Facebook) o Google y que Netflix dé de baja todos los contenidos rusos que albergaba parece joda pero, cuando uno se entera que, además, Apple y Microsoft deciden dejar de vender sus productos y servicios en Rusia, lo mismo que Nike o Balenciaga habla de que enfrentamos un problema serio. Muy serio.

Tanto que esto replica en que algunos supermercados saquen el vodka de sus góndolas, una heladería cordobesa suspenda la venta de crema rusa, el diario La Nación nos cuente la historia de Karina, una economista de 35 años que tuvo que vivir una odisea para escapar de la guerra con 11 meses de embarazo, un canal de cable ilustre editoriales sobre la guerra con las imágenes de un juego de Play y que un médico devenido reconocido operador político advierta que, “una fuente” le aseguró que el oso que monta Putin en una famosa imagen fotoshopeada, “era amaestrado”.

Lo peor, sin embargo, es que haya personas (muchas) que estén dispuestas a creer y hasta aplaudir estas acciones que, en muchos casos son una burla a ellas mismas. Porque habla de una sociedad dispuesta a vivir en la UNI-polaridad de pensamiento e identidad. Por “comodidad”, probablemente ya que, como se sabe, si todos pensamos lo mismo, nadie piensa demasiado.

Y la pregunta que surge es: ¿Qué nos pasa? ¿Qué le ha pasado a este mundo que no quiere pensar, no quiere sufrir, no quiere apasionarse? ¿Qué pasa con una sociedad planetaria que crea a diario institutos y organizaciones no gubernamentales contra la Discriminación, la Xenofobia, el Racismo y, sin embargo, mira impertérrita a dolidos influencers y periodistas operadores (hoy son más o menos lo mismo) que se rasgan las vestiduras porque los niños abandonados en la frontera ucraniana son “rubios y de ojos celestes”?.

Acaso por ese atontamiento social, por ese letargo intelectual, por ese eclipse del pensamiento crítico es que no pueden leer el interlineado de estas decisiones. Leer que lo que pasa con Rusia hoy, mañana le puede pasar a cualquiera de ellos. Incluso los más poderosos.

Cualquier red podrá negarles la palabra, cualquier banco podrá embargarle sus depósitos, cualquier institución podrá impedirles el ingreso, rechazar a sus hijos a la hora de educarlos o ir a buscarlos a su casa en la madrugada y llevarlos detenidos en pijama y pantuflas, con todas las cámaras de la televisión trasmitiendo el bonito momento. Nadie está “libre de pecado”. La primera piedra no podrá ser arrojada. Y tampoco la última.

Apenas exterminio del otro distinto: más brutal que la shoá; más inhumana que el genocidio armenio; más espantosa que la masacre de jóvenes militantes que parió la dictadura de 1976 en nuestra Patria… Porque intenta la desaparición infinita. El incendio de la memoria. La supresión de todo recuerdo. Ni un rastro. Ni una prueba. Nada. Solo la certeza de aquello que NO ocurrió.

Fuente Dejámelo Pensar

 

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