LA INDEPENDENCIA ECONÓMICA
Por Daniel Di Giacinti**
Agosto 25, 2024
La segunda bandera que el peronismo ofrece como parte de un basamento conceptual para poner en marcha la autodeterminación popular es la bandera de la independencia económica. Esta bandera en la actual coyuntura es muy atacada por los enemigos del peronismo que la atan una concepción de Estado interventor en contra de la libertad de los mercados y de la iniciativa privada.
Argentina debe resolver el problema de su subdesarrollo económico fortaleciendo su crecimiento industrial para ampliar su mercado interno y externo, capitalizarse y brindar trabajo a su comunidad. Estos procesos de expansión económica necesitan una etapa de intervención estatal para poder desarrollarse y alcanzar capacidad competitiva. Esta etapa de proteccionismo fue una etapa necesaria en la historia de todas las potencias del mundo. Cuando los enemigos del peronismo hablan en contra del estado interventor lo hacen ocultando que esta etapa de independencia económica es transitoria y necesaria para incentivar el proceso industrial.
Uno de los más graves problemas del esquema político planteado por Milei es su cipayismo. Es decir, entiende que se puede lograr la recuperación económica del país siendo un satélite de las fuerzas que hoy controlan el mundo occidental.
Si observara la historia mundial especialmente el nacimiento de estas potencias que hoy dominan al mundo y de otras que han logrado romper el colonialismo y generar un desarrollo económico sustentable, podría observar una situación común a todos, como fue la necesidad de cerrar sus mercados para lograr el desarrollo de sus respectivos países. Estos procesos de independencia económica le permitieron a EEUU (contra Inglaterra), Inglaterra (contra Flandes), Alemania y Japón poner en marcha procesos de industrialización que una vez alcanzada su potencialidad pudieron brindar bienestar a sus comunidades para abrirse luego al mundo y competir con calidad. La bandera de la independencia económica del peronismo tiende a esto, lograr un desarrollo industrial y comercial que permita brindar trabajo y bienestar a su comunidad.
Como cualquier negocio u empresa para lograr su puesta en marcha hace falta una inversión inicial. Esto requiere de un esfuerzo suplementario que en política se traduce en lograr una fuerza que sustente ese costo. Ningún país del mundo logró pasar esta etapa sin una fuerte decisión política y de intervención estatal. La crítica antiperonista no solamente oculta esto, sino que pretende demostrar que para el peronismo esa etapa es permanente, dibujando una democracia con un estado interventor tipo dictadura estalinista y en contra de la libre iniciativa privada. Nada más lejos de la realidad.
Patria o colonia
El cipayismo de Milei le impide ver las intencionalidades de sojuzgamiento político y económico de los países desarrollados para lograr colocar sus productos altamente sofisticados y mantener los elevados sueldos de los obreros de sus comunidades lanzadas a un consumo materialista extremo. Tampoco ve la necesidad de los países centrales de garantizar las materias básicas para su desarrollo industrial exterminadas las propias por esa producción descontrolada.
Milei cree que los imperios alegremente permitirán el desarrollo independiente de la Argentina. En su mundo de ensueño, en su cielo, no entran las categorías del imperialismo con sus imposiciones ideológicas, económicas y financieras. Así le irá.
“El Estado ha de estar para ayudar a las empresas privadas (…) la industria es una empresa privada, el Estado no tiene ningún interés y tan pronto las empresas estatales, actualmente tomadas en estado de antieconomía puedan ser devueltas a la actividad privada, el Estado tendrá un gran placer en desprenderse de todas esas empresas (…) Nosotros somos gobierno, no industriales.” (Juan Perón, citado en Rougier, 2012,P. 165)
Cuando comenzó el proceso de desnacionalización y de apertura a capitales extranjeros que sostuvieran el desarrollo económico independiente del país, se opusieron férreamente. La intencionalidad privatizadora de Perón se vería cuando en el año 54 privatiza algunos emprendimientos del Grupo Bemberg y los entrega a cooperativas. Tal el caso de un importante conglomerado agropecuario o la entrega de la cervecería a una cooperativa obrera del gremio de obreros cerveceros. También muchas empresa nacionalizadas gozaban de estructuras mixtas, es decir estatal, privada para que mantuvieran su competitividad y evitaran el aburguesamiento burocrático de un estado no profesionalizado.