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Por Carlos Caramello

Abril 21, 2024

 «Si algo puede corromperte,
ya estabas corrupto”.

Bob Marley

Todo llega. Apenas si había que esperar un ratito para que Javier Milei y su Armada Brancaleone resbalara por alguna de las canonjías que él mismo criticaba en campaña y se deslizase laciamente hacia los apoltronados recovecos que ofrece el poder del Estado como atractivo para aquellos que asumen la ríspida y demandante tarea de la administración pública: la posibilidad de aumentarse los salarios sin límite (como el del vocero mudo), la de transferirse miles de millones de pesos de libre disponibilidad (como los 22.000 que le sumaron al presupuesto de Karina Milei), autos siempre 0 kilómetro, aeronaves de la flota presidencial cuyo lujo interior sólo conocen los que lo disfrutan, timbres, teléfonos, secretarias con pechos de teclado de computadora, jóvenes efebos disfrazados de choferes y custodias… Poder, poder, ¡¡poder!!.

Son “La Casta”. Ellos son la casta. No nosotros, laburantes con la suerte (no menor) de tener un ingreso, alguna obra social más o menos eficaz y, claro, aguinaldo, y vacaciones, derechos que, allá lejos y hace tiempo, supo reconocernos un peronismo que no necesitó de ninguna correlación de fuerzas para hacer la maravillosa revolución de la movilidad ascendente. Esa que ahora, los miembros de la verdadera casta, quieren quitarnos.

Durante la semana que termina los hermanos Milei exhibieron sin pudor, casi obscenamente, el placer con el que se abrazan a los lujos y las prebendas de ocupar una primera magistratura. Y, junto con esa exposición, enhebraron un par de medidas que dan por tierra con su prédica libertaria. A punto tal de intervenir en el mercado con una decisión estatal para anular una norma del propio Gobierno (la desregulación incluida en el ya mítico DNU 70/23) y así dinamitar los marmóreos fundamentos del anarco capitalismo y el libremercado. ¡Pará un cachitoooo!

Un vuelo que no fue

Todo comenzó el pasado fin de semana cuando Milei iba a desplazarse desde Austin, Texas, hacia Copenhague para volar uno de los veinticuatro cazas F-16 que Argentina le compró a los daneses por la módica suma de 600 millones de dólares (60% del presupuesto de las universidades que hoy no tienen con qué pagar la luz). Bah, en realidad no se sabe si la aeronave era una de las que vienen en el paquete ya que, al decir de los especialistas, lo que compró nuestro Gobierno es poco más que chatarra.

En los entresijos de la vigilia presidencial (él mismo dice que no duerme) una lucecita roja se encendió en su tablero de comando y se dijo: “Algo huele a podrido en Dinamarca”, parafraseando a otro loco. Y ahí nomás decidió pegar la vuelta rumbo a Argentina. Llamar a un Comité de Crisis. Sentar al mismísimo embajador de Israel en el encuentro de ministros y secretarios del Gobierno. Discutir los peligros que acechan a Oriente Medio luego del intercambio de agresiones entre Irán e Israel. Hacer referencia a una Tercera Guerra Mundial y, apenas 48 horas más tarde, desmontar todo y aceptar que se había tratado de “un error, no sin antes organizar la opereta de prensa en la que, a través de un supuesto off de record, le confesó a uno de sus “periodistas” predilectos que si viajaba a la patria del Príncipe Hamlet, “era boleta”.

Te lo traduzco: jugó tanto y tan a fondo con Israel y los Estados Unidos que, en cuanto sonaron los primeros tiros se pegó la abuela de todos los cagazos y decidió volver a casita. Para justificarse, armó todo el circo (en el que involucró al diplomático israelí) y, cuando bajaron las aguas, reculó y mandó a sus voceros oficiosos a decir que el “comité de crisis” había sido una exageración.

La mise en scene, no obstante, le sirvió para “aceptar” que los vuelos en avión de línea lo ponían en peligro así que, a partir del pasado domingo, va a hacer el esfuerzo y se trasladará en las lujosas naves que integran la flota presidencial. ¡Pobrecito! ¡Almita de dio!

¡Con la tuya, che!

El resbalón de marzo pasado, cuando el presidente se aumentó el sueldo “por culpa de Cristina Kirchner” -qué cosa esta Cris, siempre ampliando derechos, incluso de los adversarios- dejó una enseñanza en el grupete libertario: “No hay que retocarse el salario, sobre todo cuando los electores ven como los suyos pierden poder adquisitivo”. Ocurre que la puja paritaria parece un cuento de nunca acabar, teniendo en cuenta que el bueno de Luis “Toto” Caputo no quiere que negocien por encima de la inflación de Walt Disney.

Pero, como nadie es libertario gratis, durante varios días estuvieron buscando formas de modificar sus emolumentos sin agitar el avispero ni alborotar el gallinero (las metáforas zoológicas se utilizan a favor de agradar al León). Finalmente, en el caso del “mudo” Manuel Adorni, le encontraron una vuelta: lo elevaron de rango. Más allá del ajuste de bolsillo en el que insisten Milei y su ministro de Economía hubo, para el vocero presidencial, un ascenso a Secretario de Estado como premio a la desagradable tarea de atender a la piara periodística mañana tras mañana (salvo los fines de semana). Por supuesto que esta promoción redunda en un jugoso incremento de sus asignaciones pecuniarias a pesar de que desarrollará la misma tarea que hasta la fecha. ¡Esa sí que es buena!

Karina, alias “EL Jefe” o “La Hermanita”, esta semana aterrizó en Tucumán, acompañada de “Lule” Menem, para consolidar una representación libertaria. Ahora convertida en la armadora principal de La Libertad Avanza a lo largo y ancho de la República, encontró el ardid por donde colar sus necesidades de dinero fresco (las campañas permanentes son carísimas). Por un lado se procuró el rango de ministra, con un sueldo de más de 3 palos y medio (esa es la de ella). Y por el otro, a través de un instrumento denominado Unidades Retributivas (¿alguien vio una unidad distributiva alguna vez?), por decisión administrativa firmada por el Jefe de Gabinete, Nicolás Posse, la Secretaria General de la Presidencia sumó un poco más de 22 millones de pesos mensuales de “libre disponibilidad”, ya que esta herramienta está destinada a que el funcionario pueda premiar a su equipo con incrementos salariales (esa también parece ser la de ella). Claro, provocó diferentes reacciones. Muchas críticas. Salvo la de la cocinera Maru Botana que, a mediados de semana y refiriéndose al gobierno de Milei aseguró: “Yo me siento parte de ese equipo”. Por ahí, entre tarta y tarta, se entienden.

Hubo otros dos casos de aumentos substanciales en tiempos de salarios deprimidos: el que se auto infringieron los “padres de la patria” (así se llamaba hasta no hace mucho a los integrantes de la Cámara Alta) llevando los sueldos de senadoras y senadores a unos 5 millones de pesos mensuales de bolsillo y el que se adjudicaron los directivos nombrados por Milei en YPF que, a principios de mes, en reunión de sacrosanto directorio, se confabularon para llevar sus estipendios a la bonita suma de 77 millones de pesos mensuales. Total… ¡no hay plata!

La Corte de los milagros

Sin intención de compararla con ese mundo de ladrones del París post Revolución Francesa que describen las novelas de Víctor Hugo, el pasado martes 16, la Corte Suprema de Justicia de la Nación rechazó por unanimidad las dos demandas por inconstitucionalidad del DNU 70/23 que habían presentado el gobernador riojano Ricardo Quintela y Jorge Rizzo, ex presidente del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal. Los tecnicismos, engorrosos, opacos y siempre opinables, no vienen al caso. La contradicción se expresa en que, a pesar de que todos los constitucionalistas expertos que pasaron por la Cámara de Diputados para tratar el tema sostuvieron la inconstitucionalidad del decreto y su nulidad insanable, los cortesanos se hicieron “los extranjeros”.

En ese sentido, el abogado Andrés Gil Domínguez acusó a la Corte de “desconocer la reforma constitucional de 1994”. Raro, la verdad, porque dos de los “máximos” que firmaron la sentencia, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti, estuvieron presentes en las jornadas de la reforma constitucional, el primero como constituyente por el peronismo de la provincia de Córdoba y el segundo por el de la provincia de Santa Fe. Un verdadero “milagro” que sólo puede ocurrir en esta República Argentina que, privada de justicia, se derrumba como un mazo de naipes en el viento.

Milei contra su propio DNU

Lo gracioso (¿o patético?) es que casi al unísono (mientras la Corte lo legitimaba), a través del Ministerio de Economía, Javier Milei accionó contra el mismo Decreto de Necesidad y Urgencia que había presentado Javier Milei. Sí. Así como lo lee. Le juro que no estoy loco. A mediados de la semana y acaso presionado por el clamor de los consumidores de prepagas, el “Toto de la Champion” (que ya venía diciendo que se habían “pasado de rosca”) presentó una cautelar que involucra a 18 empresas de medicina prepaga (a las que acusa de cartelización) solicitando que éstas recalculen sus aumentos y hasta imaginando un sistema para que devuelvan el dinero percibido “de más” a sus afiliados. Algo así como “me cago en la desregulación”: un verdadero dislate.

https://twitter.com/i/status/1778096067877261789

Eso sí, no fue el único papelón de la semana. Por un lado el cosplayer ministerial Luis “Máverick” Petri, disfrazado de personaje de la película “Top Gun”, piloteó el F-16 que se le negó a Milei. Cuando se bajó de la nave, presentó una carta de intención para que nuestro país ingrese a la OTAN como “socio global”. ¡Qué momento!

Por su parte, Patricia Bullrich, jefa, líder y conductora de Petri, volvió a revalidar los títulos por los cuales, en la intimidad, le dicen “Calcetín”: abre la boca y mete la pata. Acaso acostumbrada a la protección mediática de la que goza en la Argentina, se puso cómoda en un canal que la hace sentir cómoda (TN) y muy sueltita de cuerpo aseveró que, sobre la base de un tratado de cooperación firmado entre La Paz y Teherán, hay “por lo menos 700 iraníes miembros de las brigadas Al Quds” operando entre Chile y Bolivia. Escándalo. El presidente Boric exigió “respeto”, el gobierno boliviano negó las acusaciones y los iraníes la putearon en iraní, claro. Pato pidió tenues disculpas a Boric, brindó y siguió. Las relaciones de nuestro gobierno con el resto de los países de América del Sur son de primera… perdón, deprimentes.

Fingir demencia

Mientras tanto, en algún lugar del cosmos político, un antiguo y tradicional movimiento que, otrora fuera símbolo de unidad, se desgarra en una interna feroz, anticipada y, probablemente inútil dado que, si para las elecciones de medio término de 2025 Milei llega sin ninguna oportunidad de mejorar su pobre performance en las provincias… ¡las petunias vamos a votar! “El Papadas” (si todavía existe para entonces; si sus dueños y sus patrones no le han soltado ya la mano) va a hacer lo imposible por evitar esos comicios. Va a apretar, va a putear, va a intervenir los partidos, los frentes, el Congreso si fuese necesario. Y, sin embargo, el peronismo (con todos los “ismos” que ahora lo componen) insiste en contarse las costillas y molestar a los que tienen responsabilidades de Gobierno, aunque con ese molestar estén fastidiando al pueblo.

Por suerte, la columna vertebral del movimiento reaccionó de la forma en que uno espera que reaccionen los trabajadores frente a tanto desprecio de parte del Gobierno y anunció “tres al hilo”: el martes 23 de abril, acompañará a los estudiantes en la Marcha en Defensa de la Universidad Pública (qué grato recuerdo de Cordobazo me trae); el 1 de mayo se reunirá en torno al monumento “Canto al Trabajo” para celebrar el Día del Trabajador y el 9 de mayo, paro general con movilización que promete ser, portentoso. Es de esperar que este gobierno teflonado reciba el mensaje y actúe en consecuencia. La Argentina es una olla a presión que hace 4 meses hierve sobre una hornalla a 1.000 grados centígrados. Naturalmente, de no descomprimir, los resultados son previsibles y, seguramente podrían resumirse en un verso definitivo del poema “Explico algunas cosas”, de Pablo Neruda. Dice: Venid a ver la sangre por las calles

Fuente Deuda Prometida
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