La Historia Debida

VisiónPaís/ junio 16, 2019/ Sin categoría

Por Alicia Vicchio

Bombardeo a Plaza de Mayo

El mayor atentado 

El bombardeo a la Plaza de Mayo, fue una masacre, el más grande atentado que sufrió la Argentina, un asesinato en masa de civiles, un ataque simultáneo y ametrallamiento aéreo ocurrido el 16 de junio de 1955.
Sin embargo permanece en el olvido y pocos lo recuerdan. No hay sirenas que suenen a la hora de muerte ni transmisión en cadena, no hay actos oficiales con presencia de políticos, los medios lo ignoran. No hay una causa que acuse de «traición a la Patria» a quienes lo ejecutaron.
16 de junio de 1955
En el gobierno de Perón, militares y civiles intentaron un golpe de Estado, que se concretaría unos meses después, el 16 de septiembre de ese mismo año.
Ese 16 de junio del 55 varios escuadrones de aviones pertenecientes a la Aviación naval, bombardearon y ametrallaron con munición aérea de 30 mm, la Plaza de Mayo y la Casa Rosada,  el edificio de la CGT (Confederación General del Trabajo) y la entonces residencia presidencial, matando a 380 civiles y dejando 700 heridos y mutilados.
Recién en el 2003 se publicó una lista con los nombres y apellidos de los masacrados.
El «bautismo de fuego» de la Aviación naval argentina fue contra los propios argentinos, y no en la guerra de Malvinas.
Las bombas utilizadas por la Marina las suministró la embajada de la Gran Bretaña. Diez mil kg de material bélico para atacar a la ciudadanía que iba a la escuela, al trabajo, de compras, de paseo.
El presidente Juan Domingo Perón no promovió un entierro colectivo ni colocó a los muertos como bandera de combate. Es más, le pidió a la prensa oficialista que «moderara su estupor ante la masacre».
En su discurso invitó a tomar el bombardeo como una «lección al pueblo argentino», para abandonar los caminos de la violencia y retomar los del orden, la ley y la tranquilidad pública.
Quiso conciliar con la oposición, pero los opositores no aminoraban sus andanadas. Error histórico del general. Tres meses más tarde era derrocado por aquello que se dio en llamar «Revolución Libertadora», en realidad dictadura cívico-militar-eclesiástica.
En la década de 2000 se abrieron varias causas orientadas a calificar el acto como delito de «lesa humanidad»
En febrero de 2008, el juez Claudio Bonadío (cuando no, siempre en contra del pueblo) entendió que ese episodio no calificaba como tal, ya que – según él-  no había sido un asesinato en masa sino un «intento no estatal» para asesinar al presidente.
En cambio, la Cámara Federal de la ciudad de Buenos Aires calificó al hecho como «delito de lesa humanidad» y ordenó al juez Rodolfo Canicoba Corral iniciar la investigación para establecer las responsabilidades y condenas que correspondan.
Quienes escriben la historia oficial –
en general oligarcas antipopulares o sus adláteres- así como los medios hegemónicos, pretendieron silenciar durante años al mayor atentado en la Argentina.
Hoy, a 64 años de ese hecho gobiernan, votados en elección democrática, los hijos, nietos y bisnietos de quienes promovieron la masacre, y todavía León Gieco no incorpora una línea en su tema «Todo está guardado en la memoria».Porque se te olvidó.
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