LA ESCUELA SUPERIOR PERONISTA – CURSO DE INTRODUCCIÓN A LA…

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…CONDUCCIÓN POLÍTICA PERONISTA.

Por Antonio Rougier

Febrero 10, 2023

PARTE II LA MÉDULA MISMA DE TODA LA PARTE DE LA CONDUCCIÓN.

6.- LA CONDUCCIÓN, PARTE TEÓRICA: EL CONDUCTOR, LA TEORÍA, LAS FORMAS DE
EJECUCIÓN

6.2.- LA TEORÍA: PARTE INERTE DEL ARTE DE LA CONDUCCIÓN. SUS GRANDES PRINCIPIOS.

6.2.4.- La economía de fuerzas.

Nota: Recordamos que, para facilitar su comprensión hemos dividido este trascendental principio en
tres partes, de las cuales hoy compartiremos la segunda:

1.- Compartimos en el encuentro anterior:
A.- LA ECONOMÍA DE FUERZAS: DEFINICIÓN Y EJEMPLO.
B.- LA ECONOMÍA DE FUERZAS: DEFINICIÓN Y PRINCIPIOS TÉCNICOS EN QUE SE BASA.

2.- Compartimos hoy:
C.- LA ECONOMÍA DE FUERZAS EN LA ACCIÓN POLÍTICA. LOS CUATRO PUNTOS.
DESARROLLO DE LA ACCIÓN CONJUNTA.
D.- MÉTODO DE LA ECONOMÍA DE FUERZAS: LA TEORÍA DE LOS CENTROS DE GRAVEDAD.
E.- LA ECONOMÍA DE FUERZAS: TRONCO DE LA DOCTRINA TOTAL DE LA CONDUCCIÓN.
F.- FACETAS Y MODULACIONES SOBRE LA APLICACIÓN DEL PRINCIPIO DE ECONOMÍA DE
FUERZAS EN LA POLÍTICA.

3.- Último encuentro sobre este tema:
G.- LA ECONOMÍA DE FUERZAS Y EL CENTRO DE GRAVEDAD: EJEMPLIFICACIÓN.

Ante la importancia de este tema, sólo nos parece conducente sugerir el análisis exhaustivo y la
aplicación práctica de lo que Perón llama “los cuatro puntos” del principio de la economía de fuerzas:
—El primero es su enunciación, su comprensión y compenetración.
—El segundo, determinar las bases, o sea tiempo y lugar.
—El tercer punto sería la determinación de los objetivos y de las acciones; cuáles son principales y
cuáles son secundarias.
—Vendría después el cuarto punto, que es el método para la aplicación de este gran principio.

6.2.4.- La economía de fuerzas.

C.- LA ECONOMÍA DE FUERZAS EN LA ACCIÓN POLÍTICA. LOS CUATRO PUNTOS.
DESARROLLO DE LA ACCIÓN CONJUNTA.

a.- La economía de fuerzas en la acción política.
Esto tiene una importancia extraordinaria. (Dar el golpe en el momento oportuno y en el lugar oportuno.
Pegar cuando duele y donde duele).
Yo he puesto el caso de la propaganda como podría haber puesto el caso de la acción política misma. Para esto se hacen planes y en los mismos se establece perfectamente cómo ha de llevarse a cabo la
acción conjunta, empezando por la propaganda, por la difusión, por la contrapropaganda, por las
noticias, por la acción directa de la política y por la incidencia de la acción del gobierno en la política.
Hay que hacer un plan que asegure dónde duele y cuándo duele, para proceder entonces y no en
cualquier otro momento.
Si resolvemos emprender una acción ofensiva contra nuestros adversarios políticos y para ello nos
dividimos, dispersándonos por toda la República, vamos a ser débiles en todas partes.
Debemos analizar el panorama y decir: ¿para qué vamos a pegar en Tucumán, si allí, una vez,
divididos los peronistas, ganamos la mayoría y la minoría?
¿Para qué vamos a realizar ofensivas en La Rioja o en Catamarca?
Pero hay otros puntos que son neurálgicos.

b.- Determinar los lugares y tiempos decisivos.
Nosotros debemos determinar los lugares decisivos, pero nos queda por establecer una segunda
condición, que es el tiempo.
Entonces, sabemos que vamos a concentrar nuestros esfuerzos en esos lugares, pero nos falta
determinar cuándo y con qué medios vamos a actuar.
Entonces, ésa es una acción discriminatoria que va determinando los centros de la acción y los
momentos de la misma.
Es lo que permite establecer, dentro del gran panorama político y en todas las actividades políticas, lo
que se refiere a tiempo y lo que se refiere a lugar.
Ahí se determina cuáles son las acciones principales en la política y cuáles son las secundarias.

c.- Los cuatro puntos del principio.
Entonces nosotros les dedicamos el esfuerzo secundario a todas las provincias; y a las más difíciles,
que representan el objetivo principal les dedicamos los medios principales.
Eso es todo lo que presupone la aplicación del principio de la economía de fuerzas en la conducción
política.
Ahora, señores, de este gran principio podemos llegar ya a la determinación del cuarto punto.
El primero es su enunciación, su comprensión y compenetración.
—El segundo, determinar las bases, o sea tiempo y lugar.
—El tercer punto sería la determinación de los objetivos y de las acciones; cuáles son
principales y cuáles son secundarias.
—Vendría después el cuarto punto, que es el método para la aplicación de este gran principio.

D.- MÉTODO DE LA ECONOMÍA DE FUERZAS: LA TEORÍA DE LOS CENTROS DE GRAVEDAD.

a.- Teoría de los centros de gravedad.
La determinación de los objetivos principales y secundarios es lo que da el verdadero método de
acción en la aplicación de los principios de la economía de fuerzas, vale decir, que se ha realizado
toda una teoría en esto, que se denomina teoría de los centros de gravedad.
Toda acción tiene un centro de gravedad.
El centro de gravedad de la acción política es el lugar o el objetivo principal en el momento decisivo.
Allí hay que concentrar las fuerzas.
En la distribución de las fuerzas, de los medios, de las medidas y de las acciones hay que hacer que
toda la fuerza política se concentre en ese lugar y en ese momento, constituyendo allí el centro de
gravedad de nuestra acción.
Esto conforma una teoría del empleo de las fuerzas.

b.- El empleo de la fuerza política.
El empleo de la fuerza política no es un empleo mecánico, sino un empleo inteligente; no es una
asignación arbitraria y discrecional, sino una dosificación perfecta de las fuerzas.
No hay que poner ni un gramo de fuerza más donde no es necesaria, para poder concentrar todo el
peso de la acción en un momento y en un lugar.
A ese lugar y a ese momento los llamaremos, en este método a aplicar, el centro de gravedad.

c.- No abandonar el centro de gravedad.
Es decir, que cuando se realiza la aplicación del principio de la economía de las fuerzas en la acción
política, es necesario establecer, como teoría del centro de gravedad, que para poder destinar a los
lugares decisivos y en los momentos decisivos toda la fuerza de nuestra acción política es preciso no
perder ningún hombre ni mujer en lugares donde no es decisivo.
Nunca se es suficientemente fuerte allí donde uno busca la decisión, y es preferible ser batido
políticamente en los lugares secundarios, con tal que sepamos vencer en los lugares decisivos.
¿Qué nos importaría perder una elección en otras provincias, si ganamos en las más pobladas, donde
está el núcleo principal?

d.- Importancia de la teoría del centro de gravedad en el plan político.
Porque a esa acción, generalmente, también acompaña del otro lado un centro de gravedad en la
importancia de los sectores que uno atiende.
Esta teoría del centro de gravedad tiene una importancia muy grande en la elaboración de todo plan de
acción, y nosotros hemos dicho que si en la conducción política, no se tiene un plan, no se hace nunca
nada racional y bien hecho.
Al hablar de todas estas cuestiones, nosotros lo hacemos dándoles solamente un carácter informativo,
porque de esto podríamos hacer un desarrollo muy grande. Con tratar cada uno de los cuatro puntos
que yo sólo he mencionado, podríamos ir al desarrollo de todo un curso sobre el principio de la
economía de fuerzas, con ejemplos y aclaraciones de todo orden, que nos pusieran dentro de una
técnica de acción. Pero, desgraciadamente, por razones de tiempo no lo podemos hacer.

E.- LA ECONOMÍA DE FUERZAS: TRONCO DE LA DOCTRINA TOTAL DE LA CONDUCCIÓN.

a.- Criterio racional y metódico para la conducción.
Lo que yo he buscado con esto es ir formando un criterio de la conducción científica, de una
conducción racional y metódica sin la cual, en política, no se va lejos.
Con la conducción por el buen sentido y por la buena orientación de los hombres y mujeres que dirigen
la acción política como caudillos, se puede llegar a cierto lugar, pero de ahí no se puede pasar.
La conducción en manos de gente de estas características es casi un oficio y adonde nosotros la
queremos llevar es a toda una profesión.
Es decir, no nos conformamos con ser hombres y mujeres manualmente habilitados.
No; queremos hacer una conducción de alto grado y de alto vuelo, y a esto se llega sólo cuando uno
hace un estudio y una discriminación filosófica de todo el método y de todo el sistema, llegando
profundamente a las raíces, que son las que orientan toda la conducción.

b.- Bases de la doctrina total de la conducción.
Cuando uno quiere llegar a hacer de la conducción un verdadero arte, es necesario penetrar
profundamente las bases sobre las cuales se monta la doctrina total de la conducción.
El principio de la economía de fuerzas es, digamos así, el tronco.
Todo lo demás son las ramas, las hojas y las raíces.
Yo dije los otros días que quería dedicar por lo menos una clase a explicar este principio, mientras
mencionábamos todos los demás principios que influyen en la conducción, porque a este principio es
necesario penetrarlo profundamente, conocerlo, ejemplificarlo y dominarlo.

c.- Dificultad para la explicación de los principios.
Teóricamente, estos principios de la conducción no se pueden a veces explicar bien. En este sentido
deben considerarse dichosos los hombres y las mujeres que trabajan con la ciencia, porque ellos se
basan en leyes y con un enunciado tienen suficiente, mientras que nosotros, que no trabajamos con
nada concreto, sino con cuestiones puramente abstractas, debemos ir conformando toda una
mentalidad para encarar, enfrentar y resolver los problemas de la conducción.
Lo concreto, en esto, es la conducción misma. Todo lo demás es abstracto.

F.- FACETAS Y MODULACIONES SOBRE LA APLICACIÓN DEL PRINCIPIO DE ECONOMÍA DE
FUERZAS EN LA POLÍTICA.

a.- Aplicación del principio de economía de fuerzas en forma inductiva y natural.
Yo quiero ampliar ahora algunas facetas, algunas distintas modulaciones, sobre la aplicación del
principio de la economía de fuerzas en la política.
Este principio, en su aplicación, va desde las pequeñas cosas hasta las más grandes e importantes.
En cualquier acto político que uno realiza, como asimismo en la vida diaria, es necesario aplicar el
principio de la economía de fuerzas.
Esto presupone que ese principio no se ha de aplicar puramente en forma reflexiva, sino que ha de
aplicarse en forma inductiva, natural.
Hay que llevar al hombre y a la mujer que conduce a la costumbre de proceder siempre así en la
aplicación de este principio de la conducción.

b.- Una segunda naturaleza: un acto reflejo de la acción conductiva.
Los que hemos trabajado ya en varias actividades y que hemos ido sometiendo a este principio todas
las acciones de nuestra vida, nos damos cuenta de que ya lo aplicamos directamente, como un acto
reflejo de nuestra acción conductiva.
Es una cosa que se aplica sin que uno se dé cuenta.
Muchas veces, sin pensar, uno realiza una acción, pero después, cuando la analiza, piensa que ha
aplicado bien el principio. A eso hay que llegar.

Si cada vez que uno tiene que realizar un acto de conducción debe pensar cómo aplicará el principio
de la economía de fuerzas, se pierde en detalles de todo orden. Esto debe constituir algo así como una
segunda naturaleza, en el que conduce, que le permita aplicarlo sin mencionarlo y sin pensar en él.
Vale decir, hay que disciplinar el propio espíritu de la conducción sobre un método de acción que lo
lleva a uno en todos los casos y en todas las circunstancias a aplicar inconscientemente este gran
principio.
Solamente así uno asegura la posibilidad de conducir sin caer en grandes errores.

c.- El gran secreto: no cometer los grandes errores.
Pequeños errores se cometen siempre en la conducción. El gran secreto está en no cometer los
grandes errores, porque los que llevan al fracaso no son los pequeños errores, cuando hay grandes
aciertos. Los que llevan a la derrota en las luchas políticas son los grandes errores, aun cuando los
aciertos, aunque numerosos, sean pequeños. Esto hay que grabarlo bien, porque es la base de toda la
acción de la política. Y perdonen que yo insista en esta cuestión en forma quizá un tanto exagerada.

Para ampliar:
https://www.escuelasuperiorperonista.com/doc/1.0.CONDUCCIONTEMATICO.pdf
https://www.escuelasuperiorperonista.com/

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