LA ESCUELA SUPERIOR PERONISTA – CURSO DE INTRODUCCIÓN A LA…
…CONDUCCIÓN POLÍTICA PERONISTA.
Por Antonio Rougier
Febrero 3, 2023
PARTE II LA MÉDULA MISMA DE TODA LA PARTE DE LA CONDUCCIÓN.
6.- LA CONDUCCIÓN, PARTE TEÓRICA: EL CONDUCTOR, LA TEORÍA, LAS FORMAS DE
EJECUCIÓN
6.2.- LA TEORÍA: PARTE INERTE DEL ARTE DE LA CONDUCCIÓN. SUS GRANDES PRINCIPIOS.
6.2.4.- La economía de fuerzas.
Nota: Una vez más Perón cambia de tema en la mitad de su exposición de un capítulo. El sexto de la
edición 1974 en este caso. Y lo dice expresamente como verá a continuación. Por eso empezamos
aquí con “economía de fuerzas” justificando una vez más la división por “bolillas”, pues la exposición
de los temas, no coinciden con los capítulos.
Como podrá comprobar rápidamente, Perón le atribuye particular y esencial importancia a este
principio de la conducción. Y, aunque tenía previsto empezar el tema en la próxima clase, pareciera
que no puede ocultar su interés por el mismo y lo encara como dando una introducción, antes de
terminar esta clase. Es todo lo que hemos incluido en el tema A, que explicitamos a continuación.
Por su extensión y con la pretensión de contribuir a su comprensión hemos dividido a este principio en
los siguientes temas y tres encuentros:
1.- Hoy compartiremos:
A.- LA ECONOMÍA DE FUERZAS: DEFINICIÓN Y EJEMPLO.
B.- LA ECONOMÍA DE FUERZAS: DEFINICIÓN Y PRINCIPIOS TÉCNICOS EN QUE SE BASA.
2.- Próximo encuentro:
C.- LA ECONOMÍA DE FUERZAS EN LA ACCIÓN POLÍTICA. LOS CUATRO PUNTOS.
DESARROLLO DE LA ACCIÓN CONJUNTA.
D.- MÉTODO DE LA ECONOMÍA DE FUERZAS: LA TEORÍA DE LOS CENTROS DE GRAVEDAD.
E.- LA ECONOMÍA DE FUERZAS: TRONCO DE LA DOCTRINA TOTAL DE LA CONDUCCIÓN.
F.- FACETAS Y MODULACIONES SOBRE LA APLICACIÓN DEL PRINCIPIO DE ECONOMÍA DE
FUERZAS EN LA POLÍTICA.
3.- Último encuentro sobre este tema:
G.- LA ECONOMÍA DE FUERZAS Y EL CENTRO DE GRAVEDAD: EJEMPLIFICACIÓN.
6.2.4.- La economía de fuerzas.
A.- LA ECONOMÍA DE FUERZAS: DEFINICIÓN Y EJEMPLO.
a.- La economía de fuerzas en la acción política.
Preparando el tema para la próxima clase, les voy a dar solamente un ejemplo para que despierte un
poco la inquietud alrededor de este asunto de la economía de fuerzas.
La economía de fuerzas presupone, en la conducción, el empleo de todas las fuerzas que un
conductor dispone, en el estado, en el momento y en el lugar en que el dispone de esas fuerzas.
Emplear bien esas fuerzas es lo más difícil que hay.
Es indudable que es lo más difícil.
¿Por qué?
Porque cuando uno toma una acción –-diremos-– ofensiva contra un adversario político, se divide la
lucha en veinte escenarios distintos, de los cuales uno es el decisivo y los demás son secundarios.
Donde hay que vencer e imponerse es ahí donde está el objetivo principal, atendiendo los objetivos
secundarios con medios solamente secundarios, sirviendo a la unidad de acción.
b.- Objetivo, lugar y tiempo.
Ahora bien, cuando uno ha elegido ese objetivo, no es suficiente con que exista un objetivo.
Existe una acción de tiempo.
Hay que dominar allí en el momento que es oportuno; no se puede dominar siempre; hay que
dominarlo en el lugar, es decir, que hay que vencer en el lugar y en el momento, al objetivo importante.
El hacer coincidir esas tres cosas es lo más difícil de la conducción.
UN EJEMPLO.
c.- Un caso concreto.
Les voy a contar un caso que ocurrió en Trabajo y Previsión siendo yo Secretario.
Nosotros estábamos enfrentando desde allí toda la lucha política que mantenía el Gobierno de la
Revolución en ese momento.
Yo estaba en contra del Gobierno de la Revolución, porque no dejaba error por hacer, según mi
criterio.
Ellos creían que el que cometía esos errores era yo.
Estábamos en marcha y hasta el momento de la decisión no íbamos a saber si el equivocado era yo o
eran ellos.
En ese momento, nosotros estábamos plantados en contra del gobierno.
Yo tenía que enfrentar a todo el gabinete cuando se reunía.
La contra nos había ganado la calle y desde hacía seis meses escandalizaba todos los días.
En una reunión de gabinete muy agitada, donde discutimos mucho, el gobierno me dijo:
“Pero si usted tiene tanta fuerza ¿por qué no gana la calle, se impone y nos asegura la tranquilidad?”
Les contesté: “No; yo no voy a ganar ahora la calle, porque ello no interesa en este momento. Voy a
ganar la calle en el momento y en el lugar que sea necesario”.
El dominio de la calle no se puede mantener en forma permanente, porque habría que tener a toda la
gente todo el día en la calle.
¿Es posible realizar una cosa de ésas?
d.- “De casa al trabajo y del trabajo a casa”: la revolución ganó la calle en el momento oportuno.
Entonces, yo me acuerdo que contesté a eso diciéndoles a los obreros, que eran nuestros hombres y
mujeres:
“De casa al trabajo y del trabajo a casa”.
Los otros siguieron en las calles, hicieron peleas, armaron escándalos.
Hasta que un día, nosotros dijimos: “Ha llegado el momento…” Porque lo veíamos venir. Esto se
estaba poniendo grave: ya mataban vigilantes, y otras cosas más. Dijimos: “A ganar ahora la calle; y se
acabó”.
Efectivamente, salimos a la calle y se acabó. Y no salieron más a la calle ni la FUBA, ni los demás…
Claro, ellos se habían gastado durante seis meses, y cuando estaban en su punto culminante, les
dimos la gran paliza y se acabó el problema.
Salimos a la calle, y desde ese día, ellos ni hicieron un acto más.
Sólo nosotros hicimos actos.
¿Qué habíamos hecho?
Los habíamos derrotado en el momento oportuno.
Y no en la plaza, no.
No, en la calle Florida, en Florida y Diagonal, allí donde ellos habían establecido su baluarte. Allí se
acabaron.
e.- Los actos violentos y los pequeños y los grandes éxitos.
Yo cito estos actos violentos de conducción, porque son precisamente estos actos violentos la síntesis
de los otros tranquilos, que culminan en un momento y en un lugar, y evidencian claramente cuál es el
principio de la economía de fuerzas en la conducción política.
Y esto se aplica en todo momento de la conducción y en toda circunstancia de la acción política.
El poder de discernir bien ese principio, y aplicarlo directamente, bien metódicamente, en cada una de
las circunstancias, va acumulando para uno ventajas y ventajas en la conducción política.
Pequeños y grandes éxitos para la victoria
Porque cada uno de esos pequeños éxitos conforma también el gran éxito. El gran éxito se obtiene en
un momento decisivo; y con un golpe decisivo.
Y también al acumular pequeños éxitos, porque muchos pequeños éxitos forman también un gran
éxito.
Es decir, que en la acción de guerrillas hay que vencer con todas las guerrillas; y en la batalla decisiva,
hay que vencer con la masa.
Cualquiera de las dos cosas da el éxito, da la victoria.
Y el conductor no persigue más que una sola cosa: la victoria.
(Fin de la publicación de la Revista Mundo Peronista Nº 12, págs. 44 a 49, del 1º de enero de 1952)
CAPÍTULO VII (de la edición 1974)
LA ECONOMÍA DE LA FUERZA.
B.- LA ECONOMÍA DE FUERZAS: DEFINICIÓN Y PRINCIPIOS TÉCNICOS EN QUE SE BASA.
a.- Definición del principio.
En la clase anterior había dejado para tratar hoy lo que se refiere a uno de los grandes principios de la
conducción, quizá el más fundamental de todos: el de la economía de fuerzas. En la conducción
política –que indudablemente involucra siempre fuerzas políticas– la economía de fuerzas es un
sistema que permite obtener un poder concentrado en un lugar y en un momento.
La lucha política presupone una acción permanente en numerosos lugares y de regular intensidad,
vale decir, una lucha distribuida en el espacio en que se actúa y en el tiempo.
Tiempo y espacio; dos factores de toda acción de lucha.
El principio de la economía de fuerzas establece, como condición fundamental para vencer en la lucha
política, que es necesario ser más fuerte en la acción en un momento y en un lugar, que es donde se
produce la decisión.
Observen ustedes que esto es toda una técnica que no obedece solamente a la lucha.
Es un principio casi universal y permanente en la vida.
b.- Mecánica del empleo de la fuerza: una sola cosa a la vez.
Se cumple ese principio cuando decimos que hay que aprender una sola cosa a la vez; o que no hay
que buscar cosas que respondan a dos objetivos, sino a uno solo.
Como éstos, existe una cantidad de hechos que caracterizan toda la mecánica del empleo de la fuerza
en la conducción política.
Este principio, que trata de unificar el esfuerzo, establece que dentro de la lucha hay toda una técnica
en acción, y es la misma técnica que existe en la vida para todas las cosas.
Decimos del sofá-cama que no sirve para sentarse y que se duerme mal en él.
Eso está también dentro del principio que nosotros llamamos de la economía de la fuerza, para darle
un nombre con el que queremos significar que en ese inmenso campo en que se desarrolla la lucha
política hay un principio que es más importante que los demás.
c.- Explicación dirigida al entendimiento: lugares y momentos principales y secundarios.
Yo no quiero hacer una exposición académica, sino una explicación dirigida al entendimiento.
No me importa, cuando hablo, cómo lo hago, sino utilizar la forma que lleve a la comprensión.
Decía que la lucha política se desarrolla en un inmenso campo que comprende el espacio y el tiempo.
En el espacio hay lugares donde predomina la importancia de una decisión favorable, y en el tiempo
existen momentos en que es necesario ganar una cosa.
Hay, en lo referente al espacio, lugares principales y lugares secundarios de la lucha; y en el tiempo
hay momentos secundarios y momentos principales o fundamentales de la lucha.
El principio de la economía de fuerzas consiste en ser más fuerte, vale decir, en dominar la situación
política en un lugar y en un momento: en el lugar donde sea más decisiva y más principal.
d.- Principio de la economía de fuerzas: vencer en el lugar y en el momento oportuno.
Hay algunos que se gastan en un momento que no tiene ninguna importancia para ellos; otros, que se
dedican a un lugar que es secundario y que olvidan otro que es principal. En consecuencia, como
arremeten en ese lugar y fracasan en el otro, pierden. Ese es el principio de la economía de fuerzas;
vale decir, es un sistema o un método de acción que permite vencer en el lugar decisivo y en el
momento decisivo y oportuno.
e.- Principio inmutable y permanente de la conducción.
Es indudable que este principio de la economía de fuerzas es, en todos los aspectos de la vida, y
especialmente de la lucha, un principio inmutable de la conducción; es permanente.
Su valor es en todos los casos positivo.
Es decir, es el único gran principio de la conducción que no puede violarse en ninguno de los
casos, porque establece el sistema medular de todos los grandes principios de la conducción.
De él nacen casi todos los principios de la conducción, y casi todos los demás principios de la
conducción le sirven a él de una manera directa o de una manera indirecta.
De modo que pueden violarse algunas veces principios de la conducción, pero éste no puede ser
violado sin atenerse a las consecuencias de su violación.
DOS O TRES EJEMPLOS ACLARATORIOS.
f.- La economía de fuerzas en la propaganda.
Sobrentendido lo anterior, es decir, caracterizado este gran principio, quiero dar dos o tres ejemplos
que aclaran más toda la técnica de su aplicación.
Supongamos que se trata de realizar la propaganda para el movimiento político.
¿Cómo aplicaremos nosotros el principio de la economía de fuerzas en la propaganda?
Observen ustedes, por ejemplo, el panorama actual de la República.
Nuestros adversarios, como lo hemos comprobado mediante el estudio que nosotros hacemos sobre
esto, cuando hacen un acto político en plaza Italia –que es uno de los sectores de la propaganda–
llevan a la gente en automóviles, en numerosos automóviles; los custodian, establecen una cadena
alrededor del grupo que está escuchando, etcétera.
Los que van a esos actos son los mismos que van a Palermo, a Medrano, al Puerto, a Avellaneda y a
La Plata.
Realizan actos todos los días, y a las distintas partes van los mismos.
Poca gente los escucha.
Se protegen de los que van a atacarlos, pero nadie los ataca.
Si nosotros tuviéramos que luchar con un adversario y dispersar nuestras fuerzas poniéndolas en
todas partes igualmente, esperando que ellos realicen una acción, iríamos diluyendo o acidulando un
medio en todo un amplio panorama.
g.- Nuestro sistema de acción o técnica de la propaganda peronista.
Nosotros lo hacemos con otro sistema.
Nosotros no realizamos actos públicos; cuando lo hacemos, ya tenemos las fechas determinadas: 1°
de Mayo, 17 de Octubre y entonces les ponemos un millón de hombres y mujeres en la plaza de Mayo.
De la misma manera se procede en las demás cosas.
Nosotros vamos llevando una acción orgánica en la aplicación de este principio, como en todas las
cosas, porque en la conducción política priva el principio de la economía de fuerzas, pero en todas sus
formas y en todos los casos.
Se dice: hay que ganar la calle.
Pero si nosotros empleáramos a nuestros partidarios en ganar la calle, tendríamos que tener a todos
los peronistas durante toda la vida en la calle, porque en cualquier momento pueden aparecer nuestros
adversarios copándonos la calle.
No se puede proceder así.
La calle hay que tomarla de otra manera. Hay que coparla donde interesa y cuando interesa. Si
vencemos allí en ese momento, nos hemos ahorrado todo un inmenso desgaste de fuerzas, de
actividad, de tiempo.
h.- No equivocarse al dar el golpe: pegar cuando duele y donde duele.
Seguros de la victoria, en lo único en que no hay que equivocarse es en el golpe. Hay que darlo en el
momento oportuno y en el lugar oportuno, para que rinda sus efectos.
Yo siempre digo, para encauzar a mis colaboradores dentro del principio de la economía de fuerzas:
no hay que pegar todos los días. Hay que pegar cuando duele y donde duele.
Es lógico. Es el principio de la economía de fuerzas en la lucha.
¿Para qué estar pegando todos los días? Al final el adversario no siente los golpes.
Hay que esperar el momento, hay que elegir el lugar y hay que dar el golpe entonces. Pegar cuando
duele y donde duele.
Es una cuestión de tiempo y de lugar.
Para ampliar:
https://www.escuelasuperiorperonista.com/doc/1.0.CONDUCCIONTEMATICO.pdf
https://www.escuelasuperiorperonista.com/