LA ESCUELA SUPERIOR PERONISTA-CURSO DE INTRODUCCIÓN A LA…
…CONDUCCIÓN POLÍTICA PERONISTA.
Por Antonio Rougier
Marzo 10, 2023
CURSO DE INTRODUCCIÓN A LA CONDUCCIÓN
PARTE II LA MÉDULA MISMA DE TODA LA PARTE DE LA CONDUCCIÓN.
6.- LA CONDUCCIÓN, PARTE TEÓRICA: EL CONDUCTOR, LA TEORÍA, LAS FORMAS DE
EJECUCIÓN
6.2.- LA TEORÍA: PARTE INERTE DEL ARTE DE LA CONDUCCIÓN. SUS GRANDES PRINCIPIOS.
Nota: En la “bolilla” o capítulo dos Perón nos pedía reemplazar al caudillismo, al sectarismo por una
doctrina. Acá no propone lo mismo dando más razones e insistiendo en algo fundamental: el
adoctrinamiento, la transmisión de esa doctrina. Para su conocimiento, comprensión, para sentirla,
quererla y practicarla.
Tarea que trae como lógica consecuencia la “acción solidaria” y la “organización” consecuente para su
realización. Teniendo siempre en cuenta que nada de esto se logra sin “formación” política y
doctrinaria.
6.2.7.- Adoctrinamiento, acción solidaria, organización.
A.- EL ADOCTRINAMIENTO.
El adoctrinamiento es la base de la conducción.
El adoctrinamiento es la base de toda la conducción, porque para saber cómo hay que ir es necesario
conocer adónde vamos, y para eso tenemos que seguir un ideal. De ahí que los capitalistas hayan
dicho a menudo que el Justicialismo es más peligroso que el comunismo; para ellos sí, porque ellos no
saben lo que quieren. Nosotros, en cambio, sabemos adónde vamos y si tuviéramos el mundo en
nuestras manos lo haríamos justicialista sin someterlo a nuestro “imperio”.
La conducción es un arte. Sus principios: la filosofía de la conducción.
Señores: En este aspecto de la conducción, nosotros vamos desentrañando poco a poco, según
pueden ir viendo, esos grandes principios, que son la filosofía de la conducción. Es decir, la
conducción no es un oficio oscuro e intrascendente cuando se la considera científicamente.
La conducción es un arte lleno de matices y constituye toda una filosofía de la vida, de los pueblos y de
los hombres. Si priváramos de esa filosofía a la conducción, haríamos de ésta una profesión; de esta
capacidad artística de la conducción haríamos un oficio oscuro e intrascendente. Pero nosotros
estamos empeñados en una acción de alta conducción, de masas o de pueblos, y no podemos
empequeñecer esta función que es tan importante.
Observen ustedes lo que ha pasado con nuestros pueblos y cuál ha sido el índice más desfavorable
para la conducción de pueblos como el nuestro, pueblo nuevo, nacido con un empuje extraordinario
después de su independencia y estancado cada vez en su marcha hasta llegar casi a una posición de
inercia absoluta.
a.- Situación política encontrada por Perón en el aspecto de la conducción.
Desorientación argentina antes del 4 de junio: cumplir el rito sin realizar la doctrina.
¿Qué es lo que le ha ocurrido a nuestro pueblo en el aspecto de la conducción? En primer lugar,
¿sabíamos nosotros lo que queríamos? La mitad de los argentinos eran comunistas o socialistas. La
otra mitad éramos de tendencia cristiana; había también una pequeña parte que se conducía según el
culto o el rito más que según la doctrina. Nuestros enemigos marxistas fueron haciendo olvidar a la
humanidad cristiana su doctrina. Como era más fácil cumplir el rito que realizar la doctrina, todos nos
fuimos por la línea de menor resistencia: abandonamos la doctrina y cumplíamos solamente el rito.
Tanto es así, que ahora hacemos el descubrimiento de que hoy en el mundo puede ponerse en
ejecución la doctrina social cristiana que hace dos mil años estamos predicando. Además, estaban los
conservadores. Ya conocemos cuál es su doctrina: engañar siempre, para sacar algún beneficio
material.
Los políticos no tenían programas definidos.
Los otros sectores luchaban por ver quién llegaba al gobierno, pero no sabían para qué querían llegar
al gobierno ni qué iban a hacer en el gobierno.
Cuando se les preguntaba cuál era su programa, ellos contestaban cuatro o cinco paparruchas
secundarias e intrascendentes, o decían que iban a hacer cumplir las leyes de la Nación, como si las
leyes de la Nación pudieran constituir una especie de tabú permanente para el Estado o la Nación.
Este estado de cosas no ha permitido nunca una conducción de nuestro país.
Los hombres y mujeres capacitados se dedicaron a decir y nunca a hacer.
Hombres y mujeres altamente capacitados se dedicaron a decir, pero nunca a hacer. Teníamos
hombres y mujeres maravillosamente capacitados en todas las disciplinas científicas, pero ¿de qué le
ha servido eso a la República?
Hombres y mujeres que tenían mucho en la cabeza, y quizá mucho en el corazón, no llegaron nunca a
la acción política. Desgraciadamente, la democracia tiene sus defectos, como todos los regímenes
tienen los suyos. En nuestro país los hombres y mujeres políticos fueron los vivos, los hábiles, los que
sabían engañar mejor, y eran todos abogados de importantes compañías, con cuyo dinero contaban
para hacer su campaña.
Abogados de empresas extranjeras.
En los últimos cincuenta años, salvo dos o tres casos, como Yrigoyen, por ejemplo, en general todos
nuestros políticos fueron abogados de importantes empresas, de la Unión Telefónica, de los
ferrocarriles o de alguna otra, pero todos eran abogados de compañías extranjeras. Entonces,
señores, ¿qué sabían esos hombres y mujeres de la conducción y del gobierno? No sabían
absolutamente nada.
Ignorancia supina de la conducción y el gobierno.
Llegaban al gobierno y en los seis años que estaban en él aprendían algo a fuerza de los errores que
cometían en perjuicio de todos los argentinos, pero entonces se hacía una nueva elección y venía otro
que tampoco sabía nada de nada, y vuelta a lo mismo para que empezara a aprender. En nuestras
universidades, los muchachos estudiaban ciencias políticas; pero ¿de qué les ha servido?
Pasaban su vida estudiando ciencias políticas, y cuando salían de la Facultad iban a hacer de
dactilógrafos en alguna oficina por doscientos pesos mensuales, y en donde su jefe “lo ataba a la pata
de su silla” para que no pudiera progresar por su cuenta. Este es el régimen que hemos vivido
nosotros.
b.- La solución de Perón al problema político encontrado.
Propósito peronista: capacitar a los gobernantes.
Lo que el régimen justicialista quiere es capacitar a los hombres y a las mujeres, darles una manera de
conducir, una idea de gobierno, para que cualquiera, en cualquier situación, pueda emplear esa
conducción y esa idea de gobierno, e ir formando con esto –que es como una célula inicial– una
escuela dentro de nuestro gran movimiento para que los hombres y las mujeres se vayan capacitando.
Dentro de esto, hay que ir después elevando el horizonte, para que estos cursos, que hoy se inician de
una manera tan rudimentaria y primaria, nos permitan en el futuro elaborar toda una gama de ciencia
del gobierno; para que tengamos después nosotros hombres y mujeres capacitados, no sólo en el
gobierno, sino también en la conducción.
Lo más importante para el pueblo es su gobierno y la conducción de su pueblo. Había
“amateurs” gobernando…
¿Qué puede haber más importante para un país que su gobierno y la conducción de su pueblo? Y
pensar que hemos perdido cien años sin dedicarnos a aprender y enseñar esto, que es lo más
fundamental para el país, para que tengamos después “amateurs” haciendo política, “amateurs”
haciendo la conducción y “amateurs” gobernando, cuando deberíamos tener hombres y mujeres
perfectamente formados en eso que es lo más fundamental para todos los argentinos.
Un error que comete un argentino lo sufre él, pero un error que comete un gobernante lo sufren los
diecisiete millones.
Nosotros debemos ser los más interesados en ir formando toda una escuela de esto.
Debemos tener, primero, hombres y mujeres formados en las virtudes; luego, en la capacidad para el
comando y para la conducción y en la capacidad para el gobierno.
Esa es nuestra orientación.
Empezamos así en pequeño, en esta Escuela porque queremos empezar de a poco.
Después ya veremos cómo vamos a ir agrandando esto para hacer de esta Escuela una verdadera
universidad, con todos los estudios integrales para la conducción y para el gobierno.
Principio moral de nuestra doctrina: “educar al soberano” y capacitar las capas dirigentes.
Todo esto es la base de nuestro adoctrinamiento, es decir, ir “educando al soberano…” Cuanto más
capacitemos las capas dirigentes, más trascenderá de esa preparación.
Queremos abandonar las viejas costumbres de aquellos tiempos en que se concurría al café para ver
cómo se iba a realizar el fraude dentro del comité o cómo se le robarían los libros de inscripción.
En lugar de estudiar esas cosas, estudiaremos cómo debemos desarrollar nuestra doctrina y cómo
vamos a cumplir con nuestro deber desde el gobierno.
Ganar una elección para fracasar en el gobierno es mal negocio.
Para fracasar desde el gobierno es mejor no ganar la elección.
Es preferible que la gane el otro; que fracase el otro.
Todo esto conforma dentro de nuestra doctrina un principio moral sobre el cual hay que construir toda
la acción política.
No hay nada inmoral que viva. Inteligencia y capacidad para las buenas causas.
No nos basamos en principios inmorales, porque la inmoralidad no tiene forma permanente en ningún
aspecto de la vida. No hay nada inmoral que viva. Lo único que subsiste sobre grandes fundamentos
de perennidad es el conjunto de los grandes principios morales. La doctrina no es otra cosa que la
sustentación de ideas que ajustan para la vida grandes principios morales. Sobre eso asentamos todo
nuestro estudio.
Es inútil la habilidad cuando está detrás de una mala causa; es grandiosa la habilidad, es grandiosa la
capacidad cuando están detrás de una buena causa. Cuanto más inteligente y capaz es el que ejerce
una mala causa más peligroso y más dañino resulta para la sociedad.
Conformamos un movimiento idealista y moral.
De manera que nosotros, que conformamos un movimiento idealista y moral, eso es lo primero que
debemos inculcar a nuestra gente. Estos son todos jalones que vamos marcando en el camino hacia
ese gran objetivo que nos hemos propuesto inicialmente.
B.- ACCIÓN SOLIDARIA Y ORGANIZACIÓN.
a.- La acción solidaria.
Todo esto lleva a otra de las conclusiones indispensables para la conducción: la acción solidaria. No
hay conducción de masas, por bien organizada que esté en lo material, si no se ha creado por el
adoctrinamiento una acción solidaria.
Ustedes lo pueden observar todos los días con los pequeños “caudillitos” que todavía actúan dentro
del peronismo.
Esos no tienen acción solidaria, no tienen una conciencia justicialista y peronista ni tienen una
conciencia social.
Sin esos dos estados de conciencia, la política es una cosa muy difícil.
El justicialismo o peronismo es una gran bolsa en la cual cada uno pone un poco de lo que él conquista
y de lo que él tiene, de manera que cuando se ponen cosas dentro de esa bolsa nadie se puede
pelear.
Se pelean cuando algún “vivo” quiere meter la mano en la bolsa y sacar algo. Vale decir, que la acción
solidaria está afirmada en esa conciencia política y en esa conciencia social.
b.- Golpe de muerte para el individualismo.
Yo he dicho muchas veces que quizá de todo el bien que yo pueda haber hecho a la colectividad
argentina, uno es inigualable: el haber desarrollado en el pueblo argentino una conciencia social.
Eso ha sido el golpe de muerte para el individualismo negativo en el que hemos vivido durante tantos
años.
Todo el mundo era enemigo de todo el mundo, y una economía de miseria había creado en el campo
económico una lucha permanente en la que, como dice el tango, todos los días había que salir en
busca del “peso” para poder comer.
Esa economía de miseria ha sido el azote más extraordinario contra la solidaridad del pueblo
argentino.
En política estaba el que le hacía la zancadilla mejor al otro, para que el otro cayera y él saliera
adelante; ésa era la escuela nefasta y negativa de ganar haciendo mal a los demás, en vez de ganar
corriendo más ligero que los demás y siendo más capaz y más moral que los otros.
Ese es el espíritu maldito del individualismo, carente de sentido social y de sentido político, que no sólo
ha hecho de cada hombre y mujer un lobo, sino que ha hecho lanzar a unas naciones contra otras.
c.- Importancia de la solidaridad.
Cuando nosotros decimos que para un peronista no debe haber nada mejor que otro peronista,
estamos levantando la bandera de la solidaridad dentro de nuestras fuerzas. Desgraciadamente, no la
podemos levantar dentro de nuestros adversarios, pero cuando a ellos les decimos que queremos que
en la Argentina todos estén unidos, les estamos levantando una bandera a favor de ellos dentro de
nuestro movimiento. En esto la conducción debe hacer hincapié de una manera profunda: no puede
haber conducción sin acción solidaria.
d.- Acción solidaria y doctrina.
La acción solidaria es también producto de la doctrina.
Cuando todos los hombres y mujeres piensan de una misma manera y sienten de un mismo modo, la
solidaridad viene sola.
Viene esa solidaridad que se consustancia con la vida misma de los hombres y mujeres, esa
conciencia colectiva, esa conciencia social por la que nosotros luchamos para que todos metan dentro
de la bolsa y nadie se avive de querer sacar de la bolsa, pues lo que está dentro de ella se reparte
entre todos.
Cuando un peronista, aun en la acción política pequeña, quiere sacar ventaja para sí, está
perjudicándose él mismo.
Es tan ignorante y tan poco profundo, que no se da cuenta de que al proceder así hace un gran mal al
movimiento, y que, si el movimiento fracasa, él va a ser uno de los fracasados, no un triunfador. Para
que triunfemos cada uno de nosotros tenemos que empezar por hacer que triunfemos todos en
conjunto; de allí saldrá el triunfo para cada uno en la medida que cada uno lo merezca, si hay justicia;
y si hay injusticia, hay que soportar virilmente los golpes y tratar de llegar más lejos que los demás que
no posean esas virtudes.
e.- Una razón superior, que es la unidad partidaria.
La justicia entre nosotros es otra cosa.
Cuántas veces ha venido alguien con un problema frente a otro, con un problema contrapuesto, y me
ha presentado el problema, le he dicho: “No me interesa este problema; me interesa que estén unidos
y marchen unidos dentro del movimiento”.
Alguno me ha dicho: “Pero yo tengo razón”.
Y yo le he contestado: “A mí no me interesa. Yo tengo una razón superior, que es el partido”.
Yo no estoy aquí para darle la razón a nadie.
Estoy para darle la razón a la suprema obligación que tengo yo, que es el país, que es nuestro
movimiento; que son, después, los hombres y mujeres de nuestro movimiento.
Nadie me ha hecho juez para administrar justicia entre los hombres y mujeres que tienen intereses
encontrados.
Que pongan otro juez.
Lo que me interesa es que estén todos unidos en un movimiento único, con una única dirección, con
un único objetivo.
Yo en el movimiento no tengo obligación de ser juez ni de administrar justicia entre los hombres y las
mujeres.
f.- Espíritu de solidaridad: hay que imponer la solidaridad.
Lo importante es comprender que todo este espíritu de solidaridad, que es superior a la justicia y
superior a todos los demás sentimientos que puede tener la masa peronista, hay que imponerlo; hay
que ir persuadiendo, si es preciso, de a uno, para que cada uno sepa sacrificar un poco de lo suyo en
bien del conjunto, ya que resultará al final en su propio beneficio.
El espíritu de solidaridad en la conducción política es una cosa con la que hay que contar.
Las fuerzas que no estén animadas de esa solidaridad se parecen a una bolsa de gatos, y nadie puede
conducir una bolsa de gatos, si alguien la lleva al hombro, le dañará igualmente la espalda.
Cultura cívica y selección humana.
En esto es muy importante el penetrar profundamente el pensamiento e inculcar en la masa y en cada
uno de los hombres y mujeres la necesidad del desarrollo de una conciencia política y social que lleve
a esa solidaridad indestructible, hasta que sea cierto lo que nosotros afirmamos en una de las veinte
verdades peronistas: para un peronista no debe haber nada mejor que otro peronista.
Para ampliar:
https://www.escuelasuperiorperonista.com/doc/1.0.CONDUCCIONTEMATICO.pdf
https://www.escuelasuperiorperonista.com/