LA ESCUELA SUPERIOR PERONISTA – CURSO DE INTRODUCCIÓN A LA…

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…CONDUCCIÓN POLÍTICA PERONISTA.

Por Antonio Rougier

Marzo 3, 2023

CURSO DE INTRODUCCIÓN A LA CONDUCCIÓN

PARTE II LA MÉDULA MISMA DE TODA LA PARTE DE LA CONDUCCIÓN.

6.- LA CONDUCCIÓN, PARTE TEÓRICA: EL CONDUCTOR, LA TEORÍA, LAS FORMAS DE
EJECUCIÓN

6.2.- LA TEORÍA: PARTE INERTE DEL ARTE DE LA CONDUCCIÓN. SUS GRANDES PRINCIPIOS.

Nota: Entramos a una serie de principios o “circunstancias” como dice Perón, que parecen ser
consecuencia de toda una vida, de un estilo de conducta, de una manera de ser. Porque el “dominio”
en cualquiera de sus formas, el prestigio y la libertad de acción, no se adquieren en un día. Todas
cualidades o calidades que son fruto de una constante y permanente “formación” humana, social y
política. Formación entendida como tarea permanente y sobre la que Perón nos insiste de mil maneras
que debemos realizar en militantes, en dirigentes y en el conjunto del Pueblo.

6.2.6.- Dominio local o circunstancial. Dominio general y permanente. Popularidad y prestigio.
Dominio de la masa y libertad de acción.

A.- DOMINIO LOCAL O CIRCUNSTANCIAL DOMINIO GENERAL Y PERMANENTE.

En la conducción hay otras circunstancias.
No sé si los podríamos llamar principios.
Es el dominio que la conducción ejerce en los dos grandes aspectos en que la misma puede dividirse;
o sea,
—el dominio general y permanente, que es una de las formas del dominio, y
—el dominio local y circunstancial, que es otra de sus formas.
Conducción sin dominio, es muy difícil de realizar.
En primer lugar, hay que tener el dominio de la propia fuerza que uno maneja.
¿Cómo puede conducir un político si la gente no lo sigue? ¿Si la gente lo tiene que llevar adelante,
empujándolo? No. El político ha de conducir con la gente que lo sigue por detrás, sin que él tenga
necesidad de darse vuelta para ver quiénes son.
Vale decir que ha de tener un dominio.

El dominio general y permanente
Dos clases de dominio: general, permanente y por sectores o lugares.
En esto hay dos clases de dominio. El dominio general, que el conductor ejerce sobre la masa
conducida
–por sus condiciones,
–por su predicamento político,
–por su acción política y
–por su capacidad de acción política.
Si el hombre o la mujer tiene ese dominio general, lo único que le queda por hacer, es tratar de hacerlo
permanente. Y esa permanencia es posible de lograr de una sola manera: haciendo que el conductor
no decaiga en su acción, porque si él obtiene predicamento con su conducta y con su capacidad,
inicialmente, y no convence a las masas de lo contrario, él retendrá ese predicamento. De manera que
eso depende mucho de él y de los que lo acompañan.

Sus actos de conductor, sus actos de gobierno, sus virtudes personales no desmentidas, le pueden dar
el dominio permanente dentro de la realidad de la permanencia humana, naturalmente. La otra forma
de dominio en la conducción es dominar sectores o lugares.

B.- POPULARIDAD Y PRESTIGIO.

a.- Popularidad y prestigio.
Observen ustedes un ejemplo: en la política hay dos clases de dominio, según sea que se obtengan
dos clases de predicamento, la popularidad y el prestigio.
La popularidad es siempre local y circunstancial.
El prestigio suele ser general y permanente, cuando es prestigio.
La popularidad llega en un día, pero también es susceptible de irse en otro día. El prestigio se gana
paso a paso, pero también se pierde paso a paso.
Ningún hombre ni mujer que se dedique a la conducción política deberá olvidar jamás estas dos
circunstancias, y ustedes verán ejemplos de esto todos los días. La popularidad es la de los líderes
deportivos y de las revoluciones.

b.- Popularidad de la revolución septembrina.
Acuérdense: el 6 de setiembre la gente estaba toda en la Plaza de Mayo vitoreando la revolución, pero
poco tiempo después estaba en la calle gritando en contra de la revolución; la popularidad de un día
había caído al día siguiente.

c.- Prestigio de la revolución de junio.
Con nuestra revolución sucedió lo mismo hasta que nosotros fuimos a la Secretaría de Trabajo y
Previsión y empezamos a acumular, todos los días, un poco de prestigio por nuestra acción.
Y ese prestigio lo hemos mantenido luchando, realizando y gobernando eficientemente.

d.- El prestigio peronista ante la inercia radical.
Les diré que también eso se pierde despacito.
Por eso los radicales están empeñados en hacernos perder prestigio, todos los días, con sus actos y
reuniones políticas. Pero no debemos temerles.
Ellos realizan actos diariamente, con gente regimentada que llevan en sus automóviles, cuyos
números –lo sabe cualquiera– son siempre los mismos.
Nosotros celebramos anualmente dos actos: el 1° de Mayo y el 17 de Octubre. ¿Para qué más?
Mientras nosotros no procedamos mal desde el gobierno, nuestro prestigio no se perderá por las
conferencias políticas.
En esto ocurre lo mismo que cuando uno saca la lotería un día y al siguiente juega lo que ganó en las
carreras; o cuando uno recibe una herencia, deja su trabajo, se va a pasear y al poco tiempo no le
queda un centavo.
En cambio, al que va ganando centavo por centavo, vendiendo naranjas, ¡nadie le saca después la
riqueza que acumula!

e.- Es necesario el prestigio para conducir.
Para conducir, no es suficiente la popularidad. Para conducir es necesario el prestigio. Y, cuando este
prestigio se pierde, es necesario retirarse.
Es necesario dejar la conducción a otro que tenga prestigio, o de lo contrario ésta se va por tierra.
Nadie puede conducir sin ese principio básico de la conducción que es el prestigio.
Nadie, si no convence a la gente con hechos, de que es capaz de conducir, puede conducir de manera
que tengamos algo que agradecerle, si no tiene ese prestigio.
Lo mismo ocurre en la guerra: un comando sin prestigio no lleva lejos a sus soldados.
Los griegos acostumbraban designar por elección a sus generales, y nadie ha conducido mejor que los
griegos.

f.- Conducción por hombres y mujeres capacitados.
La conducción ha de hacerse por los hombres y mujeres capacitados; no se puede hacer por los
incapacitados.
Y a veces nosotros podemos estar engañados creyendo que alguien está capacitado y resulta luego
que no lo está.
En una palabra, la conducción necesita de este prestigio; así surge la aglutinación de las masas, de los
ejércitos o de las colectividades detrás de los hombres y las mujeres de prestigio.
Sin el prestigio no se va lejos ni se conduce nada.

g.- Transformar la popularidad en prestigio.
Por eso, al hablar de estos dos factores fundamentales de la conducción para todos sus campos, es
necesario que el hombre o la mujer, si alcanza el momento de la popularidad, vale decir si ha obtenido

ese dominio local y circunstancial, sea capaz más tarde de reafirmarlo en los hechos, transformándola
paulatinamente en prestigio, que es el dominio permanente y general.
El que aspira a conducir tiene que trabajar sobre este deseo, y eso se adquiere con virtudes y con
hechos, con obras y con virtudes; no se adquiere con cuentos, con mentiras o engaños. Con esto no
se va lejos. La mentira tiene las piernas demasiado cortas; en seguida se la alcanza. Con estos
procedimientos el prestigio se derrumba.

h.- Obrar con lealtad y sinceridad.
De allí que la política justicialista ha sostenido siempre el abandono de la antigua mentira política, para
proceder siempre leal y sinceramente, que es la única forma que asegura el dominio en forma
permanente.
Uno debe obrar siempre con lealtad y con sinceridad.
Aun los errores cometidos con lealtad son perdonables.
Imperdonables son los cometidos con mala fe.
Estos no los puede perdonar el pueblo ni ninguna persona de buena fe.

i.- Base de la doctrina peronista: la lealtad.
Por esa razón, nuestra base, o la base de nuestra doctrina, afirma eso: que es necesario proceder con
veracidad en todos los actos de peronistas, y afirmar eso en la lealtad y en la sinceridad de la acción.
El hombre o la mujer que no procede con lealtad y con sinceridad en nuestro movimiento, o en
cualquier otro movimiento, nunca llegará a ser nada.
Por eso, el cultivo de las virtudes personales es la base de la conducción.
Un conductor sin virtudes –dije al principio– es un conductor que va de a pie, no va lejos.

C.- DOMINIO DE UNA MASA ORGANIZADA: DE UN PUEBLO.

Dominio del pueblo por el prestigio.
Señores: sobre esto se podría extender la explicación, pero yo no quiero prolongarla más porque ya va
siendo demasiado larga.
Lo importante es establecer con toda claridad que la conducción se hace en base al dominio de una
masa organizada o sea de un pueblo, que no es otra cosa que una masa organizada; que ese dominio
no se ejerce por la popularidad, sino por el prestigio, que es la base de todo; prestigio que da ese
dominio general y permanente al conductor y que le da libertad de acción.

D.- LIBERTAD DE ACCIÓN DEL CONDUCTOR.

a.- El prestigio asegura la libertad de acción del conductor.
Un conductor que no tenga dominio debe andar haciendo combinaciones raras para convencer a su
gente de que haga tal o cual cosa.
Si no tiene ese prestigio, ese dominio, entonces resulta muy complicada la conducción, pues en cada
ocasión tendría que persuadir a los hombres y a las mujeres.
De esa manera no se puede llegar a ninguna parte, pues se tiene que explicar a cada uno lo que debe
hacer.
El prestigio asegura la libertad de acción del conductor mediante la subordinación voluntaria de todos
los hombres y mujeres que lo siguen y creen en él.
Creyendo en él, él tiene su gente detrás y no necesita darse vuelta para comprobar si lo siguen o no; él
sabe que lo siguen y que lo van a seguir.

b.- La libertad de acción del conductor: otro factor fundamental
De manera que la libertad de acción del conductor es otro de los factores fundamentales para la
conducción.
¿Cómo podría conducir yo un gran movimiento si cada vez que tuviera que tomar una resolución
necesitara preguntarme si los periodistas estarán de acuerdo con eso que yo pienso hacer?
Muchas veces yo imaginaría que ellos no estarían de acuerdo conmigo y que tal vez no me seguirían.
Eso me limitaría enormemente en mi acción de conductor, pues yo tendría que estar subordinado a lo
que a la gente le gusta que uno haga.
Sin esta libertad de acción no se puede conducir; es totalmente imposible.

c.- Conducir dentro de una Doctrina y libertad de acción del conductor.
Por esa razón, el movimiento peronista no sólo ha buscado el prestigio de los líderes, sino también la
libertad de acción en la conducción y ha hecho una doctrina dentro de la cual el conductor y los
conducidos accionan; los conducidos saben que el conductor no se saldrá jamás de esa doctrina y que
cualquier acción que realice será siempre dentro de ella porque ella es la que da la orientación general
al movimiento.

Eso coadyuva para asegurar la libertad de acción del conductor, pudiendo usar toda la gama de
recursos que la conducción le brinda, pues él sabe que, conduciendo dentro de esa doctrina, aceptada
por toda la masa peronista, siempre estará bien, y no tendrá temor de tomar una medida siempre que
ella esté de acuerdo con la doctrina.

d.- Las armas necesarias, pero regulación de la discrecionalidad por la doctrina.
La libertad de acción es fundamentalmente necesaria en el conductor; que él sea libremente apoyado
por todos los hombres y mujeres que lo siguen, de acuerdo con la orientación doctrinaria.
La libertad de acción es uno de los grandes principios, y cada hombre o mujer puede tomar el curso
prudente y sabio que cada una de las ocasiones requiera utilizando la gama de recursos que pueda,
pero siempre de acuerdo con la doctrina.
Quitarle armas al conductor es empequeñecer su acción; darle todas las armas puede ser peligroso.
Por esa razón se crea una doctrina, para no darle todas las armas incondicionalmente, sino las armas
necesarias, es decir, lo que está dentro de la doctrina.
De esa manera el conductor no puede ser un tirano ni un dictador, pero tiene en sus manos la fuerza
requerida para accionar con la suficiente libertad para cumplir los fines que constituyen los objetivos
fundamentales del movimiento.
De esa manera, con la doctrina, hemos terminado con toda posibilidad de que existan tiranos dentro
del movimiento, pero asegurando, al mismo tiempo, a los conductores la libertad de acción necesaria
dentro del movimiento.

e.- La doctrina es un ideal: sólo tres países que poseen doctrina.
Hemos dicho que para asegurar la libertad de acción es necesario contar con una doctrina. Observen
ustedes que cuando nosotros decimos una doctrina estamos fijando una acción ideal, no una acción
solamente real.
Yo analizo el mundo entero, y en él hay solamente, para mí, tres países que tienen una doctrina y
actúan dentro de una acción bien racional. Uno de ellos es Rusia, que mala o buena, sabe lo que
quiere y tiene una doctrina a la cual se ciñe.
Es decir, tiene un ideal; al servicio del Estado, con tiranía, con dictadura, con violencia, pero tiene un
ideal. Los ingleses siguen su sistema socialista un poco viejo, pero tienen un ideal.
El tercer país somos nosotros, que tenemos otro ideal, que es el Justicialismo.

f.- Ausencia de una doctrina en el capitalismo.
¿Adónde va a ir, en cambio, el capitalismo? ¿Cuál es su doctrina? Ellos tienen una táctica, pero no una
doctrina. ¿Adónde van? ¿Cuáles son sus ideales?
Amasar dinero, formar grandes compañías, gastar todo lo que acumulan dentro de ese círculo vicioso
de su dinero y de su negocio.
Pero, ¿cuál es su ideal? ¿Qué anhelan para el mundo?
¿Qué creen que debe ser el mundo?

g.- El capitalismo no posee una orientación definida.
No pueden ir muy lejos porque no tienen una orientación ni un ideal.
Si mañana el mundo derrotado por ellos estuviera en sus manos, ¿qué rumbo le darían? ¿Lo harían
como ellos? Ustedes pueden comprender que el adoctrinamiento es la base de todo. Si no hay una
doctrina que fije un ideal, no se llega muy lejos. Si nosotros tuviéramos la humanidad en nuestras
manos, sabríamos qué hacer con ella. Pero si el capitalismo tuviese a la humanidad en sus manos le
pasaría lo que le ocurre actualmente con el mundo, que lo tiene en sus manos, pero que no sabe qué
hacer con él.
Menos sabría cuando se tratase de ideales.

Para ampliar:
https://www.escuelasuperiorperonista.com/doc/1.0.CONDUCCIONTEMATICO.pdf
https://www.escuelasuperiorperonista.com/

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