La despedida de Diego y la policía de Horacio

VisiónPaís/ noviembre 29, 2020/ Sin categoría

Por Gastón Garriga*

Noviembre 27

Una sensación quedó flotando en el aire, entre la gente. Diego se merecía una
despedida más prolongada, o nosotros nos merecíamos despedirlo a él, en un
funeral de tres días, como el de Evita en el 52, el de Perón en el 74 o el de Néstor
hace justo una década. No se trata tanto de que Diego completa o continúa la saga
de ídolos o santos paganos peronistas, como de que el dolor y la gratitud de un
pueblo entero no caben en un solo día.

Por supuesto, las decisiones corresponden al ámbito familiar más íntimo y son tan
inapelables como comprensibles. Quien casi no tuvo derecho a la intimidad en su
vida, la merece doblemente en su último adiós.

Nadie puede predecir qué nueva dimensión adoptará Diego como mito, ahora que
no está entre nosotros. Una cosa es cierta, será un mito de una enorme potencia
política, aún mayor que el que conocimos. Y esto explica parcialmente la actitud
represiva de la policía de la ciudad. Los ídolos del deporte, los millonarios, no suelen
militar con orgullo su origen humilde ni cultivar amistades con Lula, Chávez, Fidel.

Larreta es un auténtico cuadro del proyecto conservador, mucho más que su ex jefe.
De esos que no miran apenas una o dos jugadas para adelante, sino hacia el
horizonte. En ese horizonte, cuya materia es también simbólica e histórica, podrán
contarle a sus hijos y nietos que la despedida de Diego fue una batahola, un caos
de violencia y desmanes, como cada vez que lo popular se desmadra en este país.
Punto para la supuesta civilización, golpe a la barbarie.

Pero ese argumento es parcial y tal vez peca, en la búsqueda de continuidades
históricas, de calzar demasiado bien. Es sabido que las fuerzas de seguridad están
preparadas para acatar órdenes sencillas, binarias: reprimir o no reprimir. También
salta a la vista la creciente militarización de la fuerza color granate, que cada vez
tiene menos de disuasoria o preventiva y un tufillo cada vez más indisimulable a

Carabineros de Chile. ¿La policía de la ciudad va camino de convertirse en una
policía militar, especializada en reprimir la protesta callejera? Tiene lógica.

Desde su desembarco en el ejecutivo porteño en el hoy lejano 2007, el Pro ha
iniciado un lento pero ininterrumpido proceso de gentrificación de la CABA. La
gentrificación suele abarcar zonas, barrios en el mejor de los casos. Pero este
proyecto es más ambicioso, se trata de una ciudad entera. Para hacerlo posible,
debieron volar bajo el radar un buen tiempo -”¿viste qué bien, cómo dejaron Parque
Patricios?”-, exponiendo los resultados tangibles -boom inmobiliario y comercial,
torres con amenities, aumento del valor del m2- y barriendo a los desplazados bajo
la alfombra o del otro lado de General Paz. Como en el famoso poema
supuestamente atribuido a Brecht, a la mayoría de los porteños no le importo, pero
no sabemos si ya es tarde.

El combo de cobrar por estacionar en la calle y privar de la costanera a los porteños
en una misma semana, marca el primer descenso en la imagen de Larreta. Es un
poco mucho, hasta para sus votantes. Tal vez, especialmente para ellos.

Un proceso de gentrificación requiere una policía violenta, aunque se desboque un
poco cada tanto. Desconocemos qué opina Larreta de lo ocurrido ayer frente a la
Rosada -tiene un doctorado en silencios-, pero lo imaginamos. Quién militariza su
policía para hacerla funcional a semejante proyecto inmobiliario, debe conocer y
aceptar el concepto de daños colaterales.

Acaso este sea apenas un primer indicador de que dos de sus objetivos estratégicos
empiezan a entrar en tensión. Construir una candidatura presidencial o terminar de
gentrificar la ciudad. Todo no se puede.

Acaso los porteños que no pueden ni quieren pagar por estacionar ni se atreven a
soñar con comprar de pozo un piso frente al río, que de yapa vieron pisoteada su
congoja por la pérdida del 10, recuerden una simple narrativa política de principio de
siglo. «Mauricio es Macri». Horacio también. Más que Mauricio.

*Comunicador, consultor y docente universitario. Miembro fundador de Grupo Nomeolvides. Autor de
“Tecnopolítica y 3ra posición” y “Campañas moleculares”. @gaston_garriga

 

Compartir esta entrada