Fernández sala la Massa

VisiónPaís/ junio 9, 2019/ Sin categoría

Por Alejandro Ippolito

En las elecciones presidenciales del año 2015 Sergio Massa encabezó la lista como candidato a La masa en si no es nada. Simple, sosa, insípida; sin el condimento necesario no es nada.
Massa tampoco es nada. Simple, soso, insípido; sin el picante y el sabor que le otorga Cristina
a todo lo que toca, todo lo que piensa y proyecta.
La jugada de ajedrez de Cristina, magistral, certera, inteligente; ha obrado el prodigio de darle
gusto a aquello que estaba destinado a la basura. Porque Massa venía protagonizando el
limbo, una caminata interminable por una “ancha avenida” que terminaba inexorablemente
en un callejón sin salida. La indefinición fue su elemento en estos años nefastos e incluso, en
varias ocasiones, fue funcional al gobierno votando a favor de iniciativas antipopulares.
El negocio de Sergio Massa fue su capital en votos obtenidos con un Frente Renovador que
captó las adhesiones de in electorado tan insulso como él, tibio, sin horizonte. Los clásicos
desencantados de todo, los que “no saben de política” o no les interesa y respiran porque ya
se les hizo costumbre, nada más.

En las elecciones presidenciales del año 2015 Sergio Massa encabezó la lista como candidato a presidente por el partido “unidos por una nueva alternativa” y cosechó 4.639.405 votos que
representaron el 19,2% de los votos totales. Luego, en el ballotage entre Cambiemos y el
Frente para la Victoria el resultado ya es más que conocido porque aún lo estamos sufriendo.
Curiosamente y como una ironía del destino, en aquella oportunidad luego de la elección
definitiva que sentó (o acostó) a Macri en la presidencia, el mapa del país quedó pintado como
la camiseta de Boca.

Si observamos la evolución (o involución) de este mapa electoral en las elecciones legislativas
de 2017 observaremos el siguiente panorama:

Ese año Cambiemos ponía en juego 39 bancas en Diputados y obtuvo 107, El Frente para la
Victoria ponía sobre la mesa 31 bancas y obtuvo 68 y el Frente Renovador disputaba 20
escaños y resignó 3 quedando en 17.
En cuanto a la Cámara de Senadores, el oficialismo tenía 18 bancas y terminó con 26, el FPV de
36 lugares se quedó solo con 8, y en su conjunto la oposición, de 54 bancas pasó a tener 46.
Esto es solo para recordar cómo se jugó en estos tiempos en este escenario de egos
personales, miserias negociadas, llamados telefónicos, ofertas de último momento y
votaciones acordadas.
En lo personal reconozco la necesidad de la unión para vencer al enemigo de la patria, eso no
lo discuto aunque me genere una revolución interior. Pero tampoco este acuerdo electoral
suprime nuestra memoria, no debe hacerlo. Si es verdad que hemos de volver mejores,
tendremos que empezar por higienizar el historial de los participantes de este encuentro. En
vistas al futuro, se deberán tomar las precauciones para que nadie traicione el mandato
popular al mejor estilo Bossio o como el miserable senador Pichetto que haría bien en
devolver su banca que ostenta en nombre de los votantes del Frente para la Victoria ya que ha
expresado su edulcorada predilección por Cambiemos.
Tomemos por ejemplo el siguiente recuerdo de nuestro arcón particular:

A lo que la abogada, Graciana Peñafort, respondió con absoluta certeza:

Es decir, esto es lo que hay, el dolor popular ya no soporta más ajustes, más miseria, más
hambre, más despidos ni más represión. Basta de censura, de aprietes mafiosos, de
mercenarios periodísticos en pos de los intereses de los imperios del mundo ni operadores
políticos dispuestos a entregar la nación por monedas. Estamos de acuerdo en que queremos
volver, no al pasado sino al futuro. Volver a tener proyectos, oportunidades, ciencia,
educación, trabajo, fábricas produciendo y gente comprando. Menos ollas populares y más
mesas familiares, eso quiero. No puede haber más gente durmiendo en las calles y
revolviendo la basura y eso no se soluciona con el Sistema Larreta de ponerle llave electrónica
a los contenedores de residuos y moliendo a palos a los indigentes sino con un país inclusivo y
con políticas de Estado que no tengan la represión como única propuesta.
Creo que en todo esto estamos de acuerdo y Massa es parte del precio que tiene ese sueño
hoy. Lo vamos a pagar, pero no en efectivo ni con un cheque en blanco. Será un crédito a
devolver con acciones concretas, con la verdad, sin agachadas ni renunciamientos cuando
empiecen a llegar los llamados de Clarín y las otras mafias que manejan los hilos del país.
Pero como dicen algunos amigos por ahí, “primero hay que ganar”. Así que a trabajar para que
suceda lo que Argentina necesita, porque no hay más tiempo ni tenemos otra oportunidad
para equivocarnos así que a los tibios habrá que calentarlos.

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