El regreso del Transbordador

VisiónPaís/ octubre 9, 2020/ Sin categoría

Si bien técnicamente no es un puente, todos lo llaman así. Pero es el “Transbordador Nicolás Avellaneda”, un vehículo para el transporte de borde a borde del Riachuelo; uno de los ocho que todavía existen en el mundo.

Por: Antolín Magallanes

Octubre 6, 2020

El transbordador fue encargado por el Presidente Figueroa Alcorta al Ferrocarril del Sud, inglés, y fue inaugurado el 31 de mayo de 1914, a un costo de 100.000 libras esterlinas, con sus 52m de ancho, 77,5m de alto y un gálibo de 43,5m.

Desde el 2013 las obras de restauración las llevó adelante la Dirección Nacional de Vialidad. Su barquilla colgante, dedicada a cruzar de lado a lado, ahora lucirá a nuevo. Se recuperó completa su cabina original utilizando los viejos engranajes que le dieran movimiento mecánico, a los que sólo se les agregó un motor de última generación, desde donde se controla su desplazamiento.

El óxido de cien años hizo su trabajo deteriorando sus partes, en especial las bajas, por la erosión del río. Pero se conservó la mayor cantidad de piezas y perfiles originales, solo se cambió lo insalvable. De ese modo su roblonería y remachado original están allí. La iluminación funcional y el sistema de balizamiento serán una de las novedades.

Una dificultad fue sacar el gasoducto que lo atravesaba por sus dos perfiles, e  impedía su recuperación. Esto encontró su solución en la colaboración de los trabajadores de Vialidad Nacional que redescubrieron un túnel olvidado que atravesaba el Riachuelo a 30 metros de profundidad. Había sido construido por la Compañía Italo – Argentina de Electricidad, y llevaba cables de baja tensión a la Provincia. Se utilizó para pasar el gasoducto, una forma creativa e innovadora que generó un importante ahorro económico.

En sus orígenes era gratuito por pedido expreso del presidente. Por aquellos años los frigoríficos funcionaban las 24 horas, los trabajadores rotaban sus turnos y enormes multitudes se trasladaban de orilla a orilla.

Así fue llevando y trayendo trabajadores, carros, tranvías, alumnos de las escuelas, y todas las ilusiones, desdichas y esperanzas de lado a lado, siempre cumpliendo con la función de dejar pasar navíos, como todos los puentes del Riachuelo, respetando la vía navegable.

Por eso, vale la pena destacar la amplia trama social que empujó este logro, para tener el Transbordador otra vez en funcionamiento. Simboliza ese espíritu comunitario que habita La Boca y la Isla Maciel, porque esos barrios lo hicieron su emblema y por donde uno los transite, lo va a encontrar dibujado, tatuado, estampado y hasta esculpido en palieres de edificios, en paredes, escudos de pizzerías o colegios y otras instituciones.

Porque durante la década del sesenta, se lo dejo de utilizar y comenzó a ser un testigo mudo de la decadencia de la zona. Sobrevivió en sus herrumbres y a pesar de todo siempre se erigió como ícono de porteño, siendo el rival más competente del Obelisco a la hora de señalar estas tierras.

Hoy el Transbordador es un verdadero blasón plebeyo del sur de la ciudad. Y el barrio lo mantuvo vivo en su memoria: volver a escuchar el crujir de sus fierros, sentir que el transbordador vuelve a moverse y a unir la continuidad de La Boca y la Isla Maciel, es un llamado a presenciar las concreciones que nos invitan a creer.

Los años noventa habían llegado con el desguace del Estado, y el Transbordador fue puesto en venta como chatarra.

La convocatoria del juez de la “Causa Mendoza” en 2013 sentó en una mesa a ACUMAR, Vialidad Nacional y Metrogas, Fundación por La Boca y La Asociación de Vecinos de la Boca. Allí se acordó explorar las posibilidades del túnel para pasar el gasoducto, y fue la solución esperada.

Pero antes, vecinos como el arquitecto Carlos Pascualini, el Presidente de La República de la Boca Rubén Granara Insúa y legisladores como Aníbal Ibarra, Abel Fatala y  Raúl Fernández, evitaron que el desguace fuera su triste destino, declarándolo sitio de interés cultural. Docentes que  enseñaron la historia del barrio e incentivaron el arte en los pibes, junto a renombrados artistas, lo tomaron como inspiración y fueron activos protagonistas de su defensa a través del proyecto “Amigos del Puente”, por el grupo Arte Aquí y Ahora. Distintos mega espectáculos hechos por Proa y Fundación por La Boca, también aportaron.

El cine en su barquilla y el teatro en otras épocas, las treinta maquetas del transbordador intervenidas por artistas y su recorrida itinerante, conmemorando sus “Cien años, un puente”, coordinado por Silvana Canziani, el Museo Benito Quinquela Martín y su arte, las escenografías del Teatro Catalinas Sur, las actividades del Centro Cultural del Puente Nicolás Avellaneda, “Arrojas poesía al sur” y su lírica.  Las Remadas por el Riachuelo y el Centro de Interpretación de la Fundación por La Boca, revestido por un mural bellísimo que rescata el alma boquense, hecho por el grupo Contraluz Mural, en los predios de los Bomberos Voluntarios de La Boca, la AFIP y AGP, recuperando el entorno de nuestro transbordador. 

 

Les siguieron las mesas de trabajo que incluyeron al IPPAUR, ICOMOS, las excelentes recreaciones audiovisuales hechas por los arquitectos Graciela Raponi y Alberto Boselli de la UBA, “El Puente de la Boca” ese gran documental de Eduardo Alvelo, el Ingeniero Fernando Fornas y el restaurador Ricardo Marchese, el arquitecto Gustavo Cañaveral, el arqueólogo Marcelo Weissel, el arquitecto Tito Gastaldi. El Museo Comunitario de la Isla Maciel, le hizo honor desde sus recorridos turísticos. También el trabajo incansable en el tiempo de Luciana Salva y Lorena Suarez quienes siempre vieron el resurgir de ese gigante de la mano de la cultura, como Victor Fernandez del Museo Quinquela Martin o del Centro Cultural El Puente.

Un fuerte impulso llegó de la mano del Nuevo Puente Nicolás Avellaneda reinaugurado por Cristina Kirchner en el 2010 (el Puente de al lado más moderno), también logrado por iniciativa de un miembro del Club Regatas Almirante Brown, Roberto Naone, con la esencial escucha del Ingeniero Nelson Periotti, a cargo de la Dirección Nacional de Vialidad: una alianza ideal.

Hace unos días, Martín Sabatella presidente de ACUMAR; el Intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi y el Administrador General de Vialidad Nacional, Gustavo Arrieta, lo pusieron en marcha definitivamente, hoy legisladores de la Ciudad de Buenos Aires y la Nación lo declararon patrimonio histórico y cultural, y allí fueron las firmas de Leandro Santoro, Manuel Socias, Paula Penacca y Mónica Macha entre otros.

Hemos asistido a un sueño, hemos viajado sobre las aguas, hemos abrazado (con los cuidados de estos tiempos) a los de la otra orilla, hemos sabido de la música de los crujientes hierros, de la danza de estos meciéndose sobre un río en recuperación. Hemos hecho un viaje de ida y vuelta y eso nos marca un destino de esperanza.

Sobre el autor: Antolín Magallanes es director General de Gestión Política y Social de ACUMAR.
Fuente El País Digital
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