El pensamiento revolucionario de Francisco, el Papa compañero – Parte 2
Sobre la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium
Por Daniel Di Giacinti
Febrero, 2015
El tiempo es superior al espacio
“Hay una tensión bipolar entre la plenitud y el límite. La plenitud provoca la voluntad de poseerlo todo, y el límite es la pared que se nos pone delante. El « tiempo », ampliamente considerado, hace referencia a la plenitud como expresión del horizonte que se nos abre, y el momento es expresión del límite que se vive en un espacio acotado. Los ciudadanos viven en tensión entre la coyuntura del momento y la luz del tiempo, del horizonte mayor, de la utopía que nos abre al futuro como causa final que atrae. De aquí surge un primer principio para avanzar en la construcción de un pueblo: el tiempo es superior al espacio.” (E A E G; Pag. 171)
Para poder entender esta tensión que plantea Francisco debemos partir de la base que para el liberalismo no existe la posibilidad que el pueblo participe creativamente de la construcción de una identidad cultural. Por eso los tiempos de las acciones políticas tienen que ver con la política electoralista. La lucha política es por el poder puramente, ya que las transformaciones tienen a los pueblos como espectadores distantes.
“A veces me pregunto quiénes son los que en el mundo actual se preocupan realmente por generar procesos que construyan pueblo, más que por obtener resultados inmediatos que producen un rédito político fácil, rápido y efímero, pero que no construyen la plenitud humana.” (E A E G; Pag. 172)
“…Los partidos tradicionales habían, en efecto, constreñido y reducido toda la vida política nacional a un solo -y no el más fundamental- aspecto de esta: la política electoral. Esta hipertrofia de lo electoral, en detrimento de lo específicamente político, era la característica esencial del régimen anterior al peronismo. Toda la actividad política -de los partidos, de los caudillos e incluso del gobierno- estaba orientada exclusivamente al servicio de fines electoralistas.
Una cosa es la política electoralista como medio para llegar al poder e imponer desde allí una orientación que es propia de una fracción del Pueblo argentino, y otra cosa es la política nacional que el país no puede dejar de seguir si quiere ser un Pueblo libre, soberano y grande. Para nosotros la elección es solamente un acto intermedio. El acto final es la obra; es el trabajo; es el sacrificio que debemos realizar los peronistas con la más alta dosis de abnegación…” (Política Peronista, Juan Perón)
Sin embargo cuando entendemos a las comunidades como artífices de sus destinos aparece con claridad una armonía entre el tiempo y el espacio acorde al proceso de la “construcción de pueblos”. Perón lo aclaró expresamente en El Modelo Argentino.
“…En la tarea política del país, al más alto nivel, intervienen dos instancias: la conducción política y la político-administrativa. La primera atiende a la estructura del poder, y la segunda, a la administración del país en general, además de la administración del gobierno en particular…”
“…Tres son las grandes tareas: planeamiento de lo que ha de hacerse, ejecución concreta, control y reajuste del proceso.
El planeamiento debe formalizarse para el largo plazo (varias décadas hacia el futuro), para el mediano plazo (el número de años que dura un gobierno) y para el corto plazo (un año).
El largo plazo requiere la definición de las cualidades de la sociedad que se visualiza para el futuro y la identificación de estrategias globales para alcanzarla. Tal tarea requiere la constitución de un organismo específico al cual el pueblo contribuya, a través de los mecanismos con los que cuenta y en los ámbitos que conoce. Esta entidad puede ser el Consejo para el Proyecto Nacional, a integrarse con todos los elementos representativos de la comunidad.
El planeamiento para el mediano plazo requiere ser realizado básicamente por el Poder Ejecutivo, con la participación correspondiente del Congreso.
El planeamiento del corto plazo, así como la ejecución, corresponde básicamente al equipo ministerial, salvo en las materias que hagan necesaria la intervención del Congreso a los propósitos del control superior…” (El Modelo Argentino, Juan Perón)
La unidad prevalece sobre el conflicto
“El conflicto no puede ser ignorado o disimulado.
Ha de ser asumido. Pero si quedamos atrapados en él, perdemos perspectivas, los horizontes se limitan y la realidad misma queda fragmentada.
Cuando nos detenemos en la coyuntura conflictiva, perdemos el sentido de la unidad profunda de la realidad.
Ante el conflicto, algunos simplemente lo miran y siguen adelante como si nada pasara, se lavan las manos para poder continuar con su vida. Otros entran de tal manera en el conflicto que quedan prisioneros, pierden horizontes, proyectan en las instituciones las propias confusiones e insatisfacciones y así la unidad se vuelve imposible. Pero hay una tercera manera, la más adecuada, de situarse ante el conflicto. Es aceptar sufrir el conflicto, resolverlo y transformarlo en el eslabón de un nuevo proceso. « ¡Felices los que trabajan por la paz! » (Mt 5,9).” (E A E G; Pag. 174)
El peronismo habla de una evolución de solidaridades crecientes, producto de la evolución positiva de la acción creativa comunitaria. Eso es lo que le permitiría a la comunidad afrontar grados crecientes de conflictividad. Por eso el peronismo habla de una solidaridad social, nacional, continental etc. Es decir es anular el conflicto por la suma de valores construidos por el acuerdo y la creación política creciente.
“…La solidaridad social es el sentimiento de aglutinación orgánica que necesitan todos los que forman la organización popular. El sentido de la solidaridad social, que lleva a la solidaridad nacional, que es otro grado mayor, es lo que nosotros debemos desarrollar en este Segundo Plan Quinquenal, en lo que se refiere a la conquista de la organización popular… » (Juan Perón, Política Perón)
“…La solidaridad, entendida en su sentido más hondo y desafiante, se convierte así en un modo de hacer la historia, en un ámbito viviente donde los conflictos, las tensiones y los opuestos pueden alcanzar una unidad pluriforme que engendra nueva vida. No es apostar por un sincretismo ni por la absorción de uno en el otro, sino por la resolución en un plano superior que conserva en sí las virtualidades valiosas de las polaridades en pugna…” (E A E G; Pag. 174)
La realidad es más importante que la idea
“Existe también una tensión bipolar entre la idea y la realidad. La realidad simplemente es, la idea se elabora. Entre las dos se debe instaurar un diálogo constante, evitando que la idea termine separándose de la realidad. Es peligroso vivir en el reino de la sola palabra, de la imagen, del sofisma. De ahí que haya que postular un tercer principio: la realidad es superior a la idea. Esto supone evitar diversas formas de ocultar la realidad: los purismos angélicos, los totalitarismos de lo relativo, los nominalismos declaracionistas, los proyectos más formales que reales, los fundamentalismos ahistóricos, los eticismos sin bondad, los intelectualismos sin sabiduría.” (E A E G; Pag. 176)
Asumir el protagonismo popular en constante creatividad de su propia identidad cultural, transformando su comunidad en la búsqueda de “un pueblo en paz, justicia y fraternidad” que anhela Francisco, también significa el abandono de las “guías ideológicas y filosóficas” que marcaban una camino preelaborado o una abstención social materialista e individualista.
Esto no significa que no exista la posibilidad de que los procesos transformadores no puedan sintetizarse en teorías, sino que simplemente surgirían como síntesis de un proceso de acción política de la Comunidad y no como forjadoras de las mismas. El Gral. Perón lo dejaría explícitamente marcado en su libro Conducción Política, al explicar las relaciones entre las identidades populares expresadas como principios doctrinarios, las teorías inspiradas en esos principios elaboradas por los dirigentes y las formas de ejecución que finalmente alumbrarían la acción concreta del Pueblo y el Estado.
Siempre las teorías serían la interpretación de la voluntad popular y su esencia sería de carácter coyuntural y no estratégica. Muchas veces se vio a los objetivos últimos del Peronismo, que son la grandeza de la Patria y la felicidad del Pueblo como objetivos un poco “sosos” desde el punto de vista de las elaboradas y sofisticadas propuestas de otros pensamientos políticos. Es que lo sofisticado y revolucionario del peronismo es sentirse parte de una Comunidad toda que va delineando día a día su identidad. Por eso para el justicialismo la única verdad es la realidad, la que construimos día a día: esa es nuestra revolución.
“La idea —las elaboraciones conceptuales— está en función de la captación, la comprensión y la conducción de la realidad. La idea desconectada de la realidad origina idealismos y nominalismos ineficaces, que a lo sumo clasifican o definen, pero no convocan. Lo que convoca es la realidad iluminada por el razonamiento. Hay que pasar del nominalismo formal a la objetividad armoniosa. De otro modo, se manipula la verdad, así como se suplanta la gimnasia por la cosmética.” (E A E G; Pag. 176)
Fuente Fundación Villa Manuelita

