ECOLOGÍA DEL LENGUAJE

VisiónPaís/ noviembre 3, 2024/ Sin categoría

Cultura por Viviana Britos

Noviembre 3, 2024

El lenguaje no sólo es el medio de la comunicación sino también el OBJETIVO de la comunicación.
La lengua no solo se “emplea”, no es solamente el valor de la comunicación, expresión individual y colectiva; sino que contiene la experiencia de los pueblos, la cultura de los pueblos. Nos precede, nos presencia y se prolonga más allá de nosotros en el tiempo, somos sus vehículos. Como diría José Martí “La lengua no es el caballo del pensamiento, sino su jinete”.

Una cultura masificante, empobrece el vocabulario y destruye el silencio. El silencio como condición primera y fundamental de la palabra genuina, la que viene de lo necesario, lo íntimo y no es simple respuesta mecánica. La destrucción de la intimidad y de la vida interior es una condición indispensable para transformarnos en títeres del mercado y sus seguros clientes.

Ivonne Bordelois en La palabra amenazada expresa: “Una cultura consumista se opone al lenguaje entendido como tal. Lo degrada, lo violenta, lo destruye.
El presente sistema ha decidido formar esclavos del trabajo, de la información y del consumo y para ello no hay mejor técnica de reclutamiento que la pérdida del lenguaje”.

Pero la palabra se transforma, se recrea, jamás se agota, es un bien solidario, absolutamente gratuito y por lo tanto “un bien subversivo”, una amenaza, un peligro de la civilización mercantilista, indestructible por su estructura y poderoso por su resistencia, es por eso que intentan volverlo invisible e inaudible, porque la palabra no solo se expresa también se escucha.
El lenguaje nos caracteriza como sujetos y la identidad es parte de él.

El lenguaje cuya fuente es el odio, ejerce un poder desde lo simbólico, que impide la pregunta o el decir del otro.

Como dice Platón: “Hablar inapropiadamente, no solo es cometer una falta en lo que se dice, sino causar un mal a las almas que la escuchan”.

Este desprecio a la palabra, esta mutilación, consentida y avalada por los medios de comunicación es una señal de suicidio colectivo que nos creemos incapaces de detener.

Cuando no hay lugar a la palabra, cuando no se canaliza, cuando se silencia, se desemboca necesariamente en la violencia. Una violencia abordada por el filósofo argentino Nicolás Casullo “El desprecio y la humillación de la palabra, la ignorancia de la palabra, el silenciamiento y la poda de la palabra, la palabra desfigurada en grito, en insulto, en cliché, es la puerta mejor abierta al golpe, la cuchillada o la bomba”

Por eso propongo una estrategia ecológica, en tanto protección, preservación y atención del lenguaje, porque lo más efectivo para evitar la violencia, no es la denuncia permanente contra ella, su censura o prohibición, sino explorar las maneras de recuperar el habla y la escucha del lenguaje.
Estemos atentos a los lenguajes, no son ingenuos.

 

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