Dionisos en el Carnaval quebradeño (3º Parte)
por Prof. Lic. Lucía Inés López
Viernes 10 de febrero de 2005
Me encuentro en otro pueblo, un poco más al norte de la quebrada.
El miércoles de ceniza, día que se inicia la Cuaresma, finalizó el Carnaval en los pagos de Jerónimo, pero haciendo caso a mi cuerpo y espíritu que aún quería seguir de fiesta, decidí emigrar para otros rumbos donde la Chaya duraría hasta el domingo.
Así fue que en la más que grata compañía de Damián y Violeta, llegué a un nuevo sitio, donde las personas eran otras pero el paisaje y espíritu el mismo.
Nos unimos a una comparsa “Los Alegres” y entre danzas, risas y delirios de ebrios, me “fusilaron”: En pareja (aunque ya no era Damián, creo que para ese momento él ya había sido fusilado con Violeta), me senté frente a una mesa llena de diversas botellas de bebidas espirituosas, no sé, alrededor de doce quizá. Entonces nos empezaron a servir en pequeños vasitos un poco de cada una, y nosotros, los participantes, debíamos terminar a la vez cada chupito, sino multa, lo que implicaba una nueva medida de cualquiera de esos brebajes. Al finalizar, y como milagrosamente logramos ponernos de pie, nos hicieron miembro honorífico de dicha comparsa pintándonos en el rostro las siglas de la misma además de obsequiarnos un botón identificatorio para lucirlo en el pecho.
Ayer, miembros de esta comparsa, nos invitaron a los tres a una “Señalada” (en realidad la que recuerda que nos hicieron este convite es Violeta, ella insiste en que estábamos juntas pero de veras que mi cabeza lo único que rememora del día de ayer es la comilona del medio día, el buen tinto que coronaba aquel plato de cordero y hasta mi fusilamiento).
Estamos esperando a la familia que supuestamente nos invito que nos pase a buscar en su camionetita… Entre tanto muchas sensaciones van emergiendo. Es difícil explicar lo que se vive en esta fiesta. La alegría parece que rebasara la tierra, es como si manantiales de abundancia brotaran de los cerros, abundancias materiales y espirituales. He estado en otras fiestas de carnetoneladas pero nunca afloraron en mí los sentimientos que esta en particular hace que fluyan. Es como que la vida se multiplicara, pero no me refiero a cantidad; es algo que se engrandece… el tiempo que dura se hace eterno… quizá sea el contacto mismo con la Tierra, con la pachamama, con otros seres…
Uh! Ahí llegaron, vamos a ver que nos trae esta “Señalada”…
Mi cuerpo ya no da más, pero mi alma explota de júbilo…
Siento su presencia, escucho sus voces que se confunden con el viento, veo sus rostros que se figuran en estos cerros colorados como su piel.
Desde hace quinientos años que resisten, con la espada sus cuerpos fueron aniquilados, mutilados en nombre de la “civilización”, en nombre de un dios derramaron su sangre, ¡pobres salvajes!
Pero están aquí, se han levantado, su espíritu permanece, se encarnaron en estos cerros y de aquí nadie los mueve pues aquí eligieron quedarse, firmes a la tierra, su tierra. De ella nacieron, por ella vinieron y en ella siguen vivos, inmortalizados ¡Gracias Pacha!
Desde este lugar, desde mi rostro en la tierra, logro verla. Sí ahí mismo, justo enfrente está ella, la más anciana, la más sabia. Se encuentra descansando, está tranquila, transmite paz, invita a la armonía. Está feliz, me habla, la escucho…
Guardo en el alma todo lo que me regala, siento su presencia, es vida.
Protectora.
Centinela de esta Tierra, de ella misma, de nosotros en ella, de todos y todo.
Gran Señora es la Madre Tierra, Gran Señora es la Pachamama.
Notas:
Tanto en el sueño como en la embriaguez el hombre alcanza la delicia de la existencia. El primer estado (basándonos en los escritos de Nietzsche) corresponde al dios Apolo, dios de la bella apariencia. En el polo opuesto a esta bella apariencia encontramos a Dionisos, quien simboliza la embriaguez con éxtasis elevando al hombre hasta el olvido de sí, y entonces se olvida también de las obligaciones que carga. Pero este éxtasis no es el objetivo final de la orgía dionisíaca, sino un mero instrumento para llegar a la liberación del conocimiento en el rompimiento de la individualidad (Principio de individuación). Ahí es cuando se ve lo que otros no consiguen.
“Lo desmesurado se reveló como verdad; el conflicto sentimental, el éxtasis parido por el dolor, brotó espontáneamente del corazón de la Naturaleza. Y así es como allí donde penetró el espíritu dionisiaco, la influencia apolínea fue destruida y aniquilada.” [Nietzsche, 2003]
Se produce una reconciliación del ser humano con la Naturaleza. En este estado logra el ser penetrar en los pensamientos más íntimos de ella, conoce el sufrimiento en el instinto de existir y a la vez la inevitable muerte de todo lo que comienza, pues esa es la única verdad de la existencia, su finitud., y entonces cuando la Naturaleza devela su secreto la apariencia (relacionada al lo apolíneo) pierde poder. El hombre ya ha descubierto lo espantoso y absurdo de ser tal.
Para poder continuar con la vida es necesario transformar los pensamientos sobre lo espanto so y lo absurdo de la existencia en representaciones con las que se pueda vivir. Aquí nace la obra de arte (la Tragedia para Nietzsche) la cual constituirá un punto intermedio entre la bella apariencia y la verdad conocida por Dioniso.
Todo artista imita a la Naturaleza (aunque el arte no es solo esto), pero en la fiesta dionisiaca el hombre es la obra de arte misma y entonces este “Principio de individuación” al que antes hacíamos referencia se expresa como fenómeno artístico.
En el mismo sentido que la Tragedia, Nietzsche señalará a la canción popular como el perpetuo vestigio de una mezcla entre lo apolíneo con lo dionisiaco. “(…) es para nosotros un testimonio de la fuerza de este doble instinto artístico de la Naturaleza; instinto que deja huella en la canción popular, de la misma manera que los impulsos orgiásticos de un pueblo se perpetúan eternamente en la música.” [Nietzsche, 2003]
En las “Grandes Dionisias” un conjunto de coros se presentaban a concurso, y estos entonaban himnos, plegarias, súplicas, celebraciones de victorias, bendiciones, maldiciones, y alegrías desenfrenadas. Los mismos eran identificados con el “COMO”, y podían ser de carácter trágico, cómico o dramático-satírico. “El Como en su origen no necesitaba de escena ni de recinto cerrado alguno; se constituía, por el contrario, en procesión itinerante, en algazara que se desplegaba por las calles, haciendo pausas aquí y allá para dejar oír sus burlas, sus improvisaciones y sus canciones. En la Grecia clásica los coros cómicos semicarnavaleros aparecen en la fiesta primaveral ática de las Antesterias (…)”. [Rey Sinning; 2004]
La copla es el sentir del hombre , con ella cuenta lo que le pasa, lo que vive, todas sus alegrías, y sus penas, trabaja tarareando su copla, concertando la copla que cantará en el próximo carnaval, las hay de hombres y de mujeres, de animales y de plantas, de riqueza y pobreza, de risas y de llantos, de pueblos y lugares, en fin de cualquier tema, basta que el hombre sienta algo y elabora su copla, su sentir. Con la copla puede enamorar, o agradecer, en el carnaval la oportunidad para expresar su personalidad extrovertida y alegre. Durante el carnaval cuando se llega a una casa se la debe hacer cantar una copla con la caja en la mano, se olvida de todos los problemas que tiene, solo importa la alegría, los festejos, la algarabía, todo es cantar y reír.
Sin embargo, este canto popular termina siendo, como bien nos dice Nietzsche, “(…) el espejo musical del mundo, melodía originaria que busca una imagen paralela el ensueño y la expresa en el poema.”. Es la melodía lo primero y lo universal, quien domina cualquier relación que con ella se establezca, puesto que es la música donde se expresa la esencia misma de lo dionisiaco, la armonía y su “conmovedora violencia”.
Continuará…
Bibliografía consultada: Abalos, Jorge W. : “Coplero Popular”, Editorial Losada S. A., Buenos Aires 1973. Bajtin, Mijail: “La cultura popular en la Edad Media y en el Renacimiento”, Editorial Alianza, Madrid, 1987. Cortázar, Raúl Augusto: “ El Carnaval en el folclore Calchaquí”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1949. Colli, Giorgio : “La sabiduría griega”, Editorial Trotta, Valladolid, 1998. Kahn, Charles: “La armonía en Heráclito” Nietzsche, Friedrich: “El Origen de la Tragedia”, Ediciones Libertador, Buenos Aires, 2003. Nietzsche, Friedrich: “La visión dionisíaca del mundo”, edición digital: http://www.nietzscheana.com.ar/bruno_piccione.htm Rey Sinning, Edgard: “El carnaval, la segunda vida del pueblo”, Plaza & Yánez Editores Colombia S. A., 2004. Imágenes: https://www.uitvconnect.com/newspaper/tilcara-carnival-festival-argentina


