Colaboracionistas

VisiónPaís/ junio 3, 2018/ Sin categoría

“En una tiranía, la mayoría de los amigos desaparecen. Unos pasan a ser colaboracionistas y te odian. Otros temen detenerse para hablarte. Otros son asesinados… Queda la cuarta parte, gracias a la cual podés seguir viviendo”.  Sinclair Lewis

Por Carlos Caramello

Quienes, alguna vez, caímos seducidos por el cine bélico, sobre todo el de la Segunda Guerra mundial, seguramente podemos reconocer con facilidad la figura del o de la “colaboracionista”, la mayoría de las veces ubicada en la República de Vichy, gobernada por el Mariscal Petain. Lejos de pintarlos como personajes taimados y aislados, suelen ser, en su mayoría, personas comunes, hombres y mujeres que, por imperio de las circunstancias, las simpatías personales, la comunión ideológica o el terror, terminan sirviendo al enemigo de su Patria. Algunos expertos estiman que fueron muchos los franceses que adhirieron a la causa nazi. Más de 170.000. Una tercera parte de éstos, jóvenes; algunos que provenían de distintas organizaciones de la izquierda socialista y radical o de las filas comunistas, como Jacques Doriot, ex secretario de la Juventudes Comunistas de Francia y posterior fundador del Parti Populaire Français (PPF) y de la Légion des Volontaires Français contre le Bolshevisme (LVF).

Aunque suene extraño, diversas fuentes sostienen que el término fue acuñado por el propio Petain cuando, a través de un discurso radiofónico, exhortó a los franceses a colaborar con el invasor nazi. Otro vocablo que los identificó fue “collabos”. término, moldeado por el periodista Marcel Déat -fundador del partido filofascista Rassemblement National Populaire (RNP)-, que terminó también siendo utilizado por la Francia resistente para referirse de forma despectiva a estos franceses pro nazis. Las dos palabritas nacieron en octubre de 1940.

Como fuere, lo que si se sabe es que los colaboracionistas tuvieron distintos destinos. Algunos como Robert Brasillach, fueron fusilados sin piedad alguna por un impertérrito De Gaulle. Otros, con más “suerte”, como el escritor y médico francés Céline, que  clamaba por la exterminación racial, serían indultados en 1951 y podrían volver a Francia. Pero el cine bélico se encargó muy bien de advertir que esa “traición a la Patria” no iba a quedar impune y lo retrató con crudeza con imágenes de archivo de mujeres rapadas sólo por haber frecuentado a algún soldado alemán.

Corsi e Ricorsi

Corrían los primeros días de la democracia recién recuperada cuando llegó al país la periodista estrella Oriana Fallaci. Venía rodeado de un halo de mujer indomable. Había sido partisanna en la Italia ocupada por los nazis y como periodista, en sus reportajes, había desafiado a hombres todopoderosos como el Ayatollah Khomeini. A Galtieri le había dicho “torturador” en la cara. Esperada casi con devoción por los periodistas que recuperaban la “libertad de prensa” que el Proceso les había negado, en la primera conferencia de prensa los trató de “colaboracionistas, fascistas y cobardes”. Los reflejos de la corporación mediática de entonces (que era de plastilina, comparándola con la de nuestros días) se pusieron en guardia y enviaron a su mejor representante, Bernardo Neustadt a confrontarla. Lo atendió sin anestesia. “Sin un periodismo de régimen una dictadura no puede sobrevivir. Sin un periodismo que acepta ser censurado y a la vez autocensura, las dictaduras no existirían”. Y Bernardo se chupó esa mandarina.

Toda esta historia viene a cuento porque hace un par de noches atrás, la blonda panelista Débora Plager, dejó duros al resto de los militantes… perdón, integrantes del programa Intratables. «Nos pasa a todos nosotros -admitió esta ex locutora que, en 2017, convocó a los televidentes a manifestarse en la puerta de los domicilios de los jueces federales y frente a los colegios donde concurren sus hijos para «presionarlos”-  si criticás a Macri y al mismo tiempo criticás al kirchnerismo, que es lo que hacemos acá todas las noches, te matan de un lado y del otro«, confesó Plager.

Este mea culpa – acaso un tanto temprano -, aparece, sin embargo, en medio de otras “reacciones” de periodistas y no tanto (algunos casi nada), que fueron feroces propagandistas de la llegada y el sostén del gobierno de Cambiemos, y que ahora, tiran la pelota afuera, critican (a los hombres, nunca al modelo neo liberal) y que hacen como que toman distancia de un gobierno del que todavía cobran jugosas pautas publicitarias.

No son todos. Otros (probablemente por afinidad ideológica o simpatía personal… anche odio), siguen militándola con ferocidad mientras se autoauguran oscuros destinos “si llegara a volver el kirchnerismo”.  Hay un tercer grupito de “collabos” que pertenecen al colectivo Viuda e Hijas de Pepe Biondi porque parece andar, como el querido cómico, diciendo “Dónde me pongo, dónde me pongo”.

Todos ellos saben que han dejado su huella como colaboracionistas. Que mucho antes de que ellos colaboraran (incluso que algunos de ellos naciera) ya Oriana Fallaci les había sacado la ficha. Y que como en la Francia de Vichy, algunos pagaran caro y otros, con el tiempo, podrán reinsertarse.

Eso si: hay que recordar que el Mariscal Petain, murió de viejo. Como suele ocurrir con los traidores mayores.

 

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