CIVILIZACIÓN Y BARBARIE
Por Viviana Britos
Septiembre 11, 2025
El 11 de septiembre de 1888 muere en Paraguay Domingo Faustino Sarmiento.
En su honor, en esta fecha, se conmemora el día del maestro, en todo el territorio nacional.
Fue un hombre de su tiempo, marcado por profundas contradicciones y una enorme sinceridad que lo llevaba a ser políticamente incorrecto.
Insultó a la oligarquía de su tiempo. La reciente Sociedad Rural Argentina, hizo saber a Sarmiento que el sindicato de los terratenientes consideraba “inconveniente implantar colonias como la de Chivilcoy donde ya estaba arraigada la industria ganadera”.
Sarmiento se enojó y declaró:
“Nuestros hacendados no entienden jota del asunto, y prefieren hacerse un palacio en la Avenida Alvear que meterse en negocios que los llenarían de aflicciones. Quieren que el gobierno, quieren que nosotros que no tenemos una vaca, contribuyamos a duplicarles o triplicarles su fortuna a los Anchorena, a los Unzué, a los Pereyra, a los Luros, a los Duggans, a los Cano y los Leloir y a todos los millonarios que pasan su vida mirando cómo paren las vacas».
También pidió no ahorrar sangre de los gauchos:
“Quisiéramos apartar de toda cuestión social americana a los salvajes por quienes sentimos sin poderlo remediar, una invencible repugnancia”.
En una carta le aconsejaba a Mitre:
“…no trate de economizar sangre de gaucho. Éste es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos esos salvajes”.
Sarmiento pensaba que el gran problema de la Argentina era el dilema entre la civilización y la barbarie.
Como muchos pensadores de su época, entendía que la civilización se identificaba con la ciudad, con lo urbano, lo que estaba en contacto con lo europeo, o sea lo que para ellos era el progreso. La barbarie, por el contrario, era el campo, lo rural, el atraso, el indio y el gaucho.
No muy lejos de los que escuchamos estos días.
La generación del 80 obsesionada por la conformación de una nueva Nación, lucho por ella. con todo lo bueno y todo lo malo
Sarmiento encontró en la educación un pilar fundamental para ese fin.
Durante la presidencia de Roca ejerció el cargo de Superintendente General de Escuelas del Consejo Nacional de Educación y logró la sanción de la Ley 1420, que establecía la enseñanza primaria, gratuita, obligatoria, gradual y laica.
Sarmiento murió el 11 de septiembre de 1888. De acuerdo con su voluntad, su cuerpo fue cubierto con las banderas de Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay, y trasladado a Buenos Aires. Descansa en el cementerio de la Recoleta, declarado mausoleo histórico nacional en 1946.
No es menor la fecha.
En una de las imágenes escultóricas se observan niños y niñas en el acto escolar de lectura. Una niña campesina, un niño indio, algunos niños descalzos, son una metáfora plástica de los alcances igualitarios y democráticos de la educación sarmientina.
Pocos años antes de su muerte, había dejado escrito una especie de testamento político:
“…sin fortuna que nunca codicié, porque era bagaje pesado para la incesante pugna, espero una buena muerte corporal, pues la que me vendrá en política es la que yo esperé y no deseé mejor que dejar por herencia millones en mejores condiciones intelectuales, tranquilizado nuestro país, aseguradas las instituciones y surcado de vías férreas el territorio, como cubierto de vapores los ríos, para que todos participen del festín de la vida, del que yo gocé sólo a hurtadillas”.
A pocas horas del cierre de los comicios del domingo 6 de septiembre de 2025, el presidente Javier Milei postea una imagen con fuerte carga simbólica: él con una espalda y capa que ostenta una cruz inglesa enfrenta al pueblo argentino representados como orcos que portan la bandera nacional.
La civilización y la barbarie no han terminado.