ARANCELES DE TRUMP: SALVAR EEUU DE UN COLAPSO ESTILO ARGENTINO

VisiónPaís/ abril 16, 2025/ Sin categoría

Por Monserrat Mestre

Abril 13, 2025

El economista y autor italiano Giuseppe Masala (Cerdeña, 1972), en una nota publicada en L’Antidiplomatico bajo el título Trump e la demolizione (controllata?) della globalizzazione, explica «lo que probablemente no entendió sobre la estrategia arancelaria de Trump. Masala señala que «lo único que ha salvado a EEUU de un destino argentino, por lo demás seguro, son 6.000 ojivas nucleares que actúan como garantía de último recurso sobre su enorme deuda externa». El economista italiano dice que aun cumpliéndose las mejores esperanzas del equipo republicano, EEUU necesitaría décadas para recuperarse y no tiene ese tiempo.

 

Tronó tanto que llovió. Donald Trump, en lo que él mismo llamó el “Día de la Liberación”, hizo el gran anuncio de la imposición de aranceles a los bienes importados a Estados Unidos desde todo el mundo. Los únicos países excluidos de la medida son Rusia, Corea del Norte y Bielorrusia porque ya están sujetos a sanciones y han reducido sustancialmente el comercio con EEUU, y Canadá y México ya se han visto afectados anteriormente. Los demás países, incluidas las islas más remotas y deshabitadas del Pacífico o del Atlántico, fueron afectados no tanto por su miserable comercio con los EEUU sino para desalentar cualquier deseo de crear «paraísos exportadores» desde los cuales emprender la triangulación. Creo que esto puede tomarse como una señal de que la Casa Blanca tiene la intención de llegar hasta el final. Es decir, pretenden continuar con estas políticas hasta que se resuelva definitivamente el viejo problema del desequilibrio de la balanza comercial (y también financiera) con el resto del mundo.

El propio Peter Navarro, asesor de Trump para el comercio internacional, ha declarado que la administración estadounidense pretende obtener unos ingresos de 250.000 millones de dólares por los aranceles a los automóviles y unos 600.000 millones al año por el conjunto de los bienes importados. Es una suma monstruosa, pero es absolutamente necesaria para la esperanza de restaurar las cuentas nacionales de Estados Unidos al borde de un colapso al estilo argentino.

Lo único que en mi opinión ha salvado a EEUU de un destino argentino por lo demás seguro, es la enorme influencia diplomática y cultural que ejerce ese país, y sobre todo su enorme capacidad de disuasión militar, que incluye 6.000 ojivas nucleares que actúan como garantía de último recurso sobre su enorme deuda externa.

Es muy interesante observar cómo se calcularon los aranceles para cada nación individual. Los expertos de la Casa Blanca tomaron el déficit comercial de Estados Unidos con el país X luego lo dividieron por las importaciones del país X. Finalmente, dividieron el coeficiente obtenido de la fracción anterior por dos. Muchos comentaristas salieron inmediatamente al aire y declararon que consideraban que el método de cálculo utilizado era una tontería lógica.

Personalmente encuentro este método de cálculo muy interesante. El supuesto de partida, según el autor, es que los estadounidenses estiman que los productos estadounidenses en cualquier sector de bienes existentes en el mundo están al menos a la par del mejor producto producido en cualquier otra nación del mundo. Si esta suposición es verdadera (y Estados Unidos en su método de cálculo la considera verdadera) la balanza comercial estadounidense debe ser al menos igual a la de cualquier otra nación del mundo. Si en la realidad no es así, depende de los derechos explícitos e implícitos que otras naciones imponen a los productos estadounidenses: éste es el razonamiento de la administración de EEUU.

Como no es así, en la lógica del gobierno estadounidense, la relación entre la ratio entre (déficit comercial norteamericano vs X) / (X importaciones a los EEUU), es exactamente el coeficiente que representa la estimación del conjunto de barreras directas (aranceles reales) e indirectas que cortan las alas a los productos Made in USA, donde por barreras indirectas hay que entender todo, desde el IVA a las importaciones (de hecho el europeo es mucho más alto que el norteamericano) hasta las barreras administrativas dadas por todos esos bloqueos y prohibiciones como, por ejemplo, las normas más estrictas en Europa sobre los OGM o las normas administrativas muy gravosas como las impuestas por la UE, hasta la famosísima medida europea de la circunferencia de las almejas que tiene como objetivo frenar con una norma vejatoria que raya en lo cómico la importación de ese producto desde países no europeos.

Al dividir otra vez por dos el coeficiente obtenido, los estadounidenses han impuesto lo que el creador de la medida llama sarcásticamente el “Factor John Wayne”: los americanos parecen decir a sus competidores globales que, en realidad, los productos estadounidenses no están a la par con otros, sino que son en promedio un 50% más competitivos, por lo tanto, ¡pueden permitirse reducir a la mitad el “coeficiente de Comercio Justo” obtenido a partir de la fracción ilustrada arriba!

Disponer de un superávit comercial permite a los interesados ​​(accionistas, trabajadores pero también proveedores) de las empresas exportadoras acumular ahorro y por tanto riqueza que a su vez será reinvertida y que a largo plazo conducirá también a un superávit en la Balanza por Cuenta Corriente y finalmente a una Posición Financiera Neta positiva.

Que este es el punto, lo confirmó también el secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, quien declaró abiertamente durante una entrevista en el programa «Face the Nation» de la CBS que:

«Creo que el punto es que necesitamos restablecer el poder de los Estados Unidos de América y luego restaurar ese poder tanto hacia nuestros aliados como hacia nuestros enemigos. La idea de que todos los países del mundo pueden generar superávits comerciales con Estados Unidos y luego usar ese dinero para comprar nuestros activos (empresas, acciones, bonos, etc., N. del T.) no es correcta. Recuerde que ahora estamos hablando de 1,2 billones de dólares al año. En 1980 éramos inversores netos, lo que significa que poseíamos más activos del resto del mundo que los que el resto del mundo poseía de los nuestros […] Y ahora ellos poseen 18 billones de dólares más que nosotros; son acreedores netos. Esto significa que el resto del mundo, al adquirir ahora un superávit comercial de 1,2 billones de dólares, comprará otros 1,2 billones de dólares en activos estadounidenses… ¡y la cosa empeora cada vez más! Al final, ya no seremos dueños de Estados Unidos; ¡El dueño será el resto del mundo!”

Hay que notar también que -quizás por modestia- el desconsolado Howard Lutnick habló de un déficit neto de posición financiera de -18 billones de dólares, cuando en realidad ¡se ha superado ampliamente el umbral sideral de -26 billones de dólares!

Desde el punto de vista del autor, incluso si los aranceles estadounidenses se demostraran plenamente efectivos y ya el 1 de enero de 2026 asistiéramos al milagro de la balanza comercial estadounidense (el último año en que esto sucedió fue 1971), quizás también gracias a la contribución de los recortes del gasto público realizados por el DOGE de Musk que en cualquier caso se traducirán en una demolición de la demanda agregada y, en consecuencia, en menos importaciones, todavía hay que decir que antes de que se recupere el déficit de posición financiera neta de -26 billones, se necesitarán décadas y que Estados Unidos difícilmente tendrá tanto tiempo para mantener su hegemonía mundial frente a potencias emergentes como Rusia y China, que también están unidas por una alianza rentable.

No podemos, por tanto, excluir que, en realidad, la estrategia arancelaria anunciada por Trump el 2 de abril, día rebautizado como “Día de la Liberación”, sea sólo la primera fase de una estrategia más compleja y agresiva que tiene como piedra angular la inflación. De hecho, si bien los críticos de Trump consideran que esto último es un efecto secundario muy grave de la estrategia arancelaria, podría ser, por el contrario, que la inflación sea un efecto deseado para empobrecer al pueblo estadounidense en el corto y mediano plazo específicamente para obligarlo a consumir menos sin imponer impuestos explícitamente.

Fuente Revuelta Global
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