10 de diciembre – Institucionalidad y Democracia. Deudas y Desafíos
Por Ariel Margiarena
En la fecha de hoy, pero en 1983, se consumaba el cometido del autodenominado «proceso de reorganización nacional», la más feroz de las dictaduras que azotaran nuestro país.
Como lo adelantaba la revista procesista «Somos», el radical Raúl Alfonsín ganaba las elecciones para el retorno al Estado de derecho. Algo que no hubiese ocurrido si el imperialismo y sus sirvientes locales no consideraran que estaba terminada la tarea de destrucción del único movimiento revolucionario social de la Argentina, el «peronismo».
Con sus cuadros desaparecidos, asesinados, presos o en el exilio, el PJ perdió por primera vez las elecciones en un contexto en el que los medios gráficos afines a la dictadura y los audiovisuales en manos del estado fascista crearon sus monstruos en los dirigentes justicialistas. Un justicialismo adocenado y castigado, hegemonizado, naturalmente, por los sectores mas conservadores (sobrevivientes del genocidio), fue incapaz de expresar las expectativas populares.
Años después, en momentos en que el peronismo tendría una oportunidad para rehacerse, un traidor, inventado por el establishment y el presidente Alfonsín (que lo llamó siempre «el mejor gobernador de la Argentina» y con el que siguió «pactando» desde la entrega anticipada hasta la conformación de la Corte, pasando por la reforma constitucional para volverla más liberal), usurparía, mediante mentiras y engaño, el poder de la expresión electoral del peronismo. El mismo traidor confesaría que «si hubiera dicho lo que iba a hacer no me votaban».
Tuvo que terminar de cerrarse el circulo del proyecto neoliberal, que comenzó con la dictadura y se coronó con el gobierno de De La Rua y su Alianza progresista, para que de la crisis moral y económica mas grave de nuestra historia surgiera el hombre esperado por el destino de la revolución peronista. Si algo tenemos que agradecerle a este día es que allí comenzó el camino del que emergería Néstor Kirchner.


